Dimensión PERSONAS
Reto Región 1: Erradicar la pobreza y reducir las desigualdades sociales
Política Aceleradora 1: Disponer de servicios sociales suficientes y de calidad y de una estrategia de inclusión para avanzar en la lucha contra la pobreza
De cara a la próxima década, las crecientes desigualdades sociales y situaciones de vulnerabilidad en determinados segmentos de la población obligarán a reforzar y modernizar los servicios sociales disponibles en el archipiélago.
Se deberá avanzar en la configuración de una cartera de servicios básicos para la población, que permita a todas las personas el desarrollo de sus capacidades y de una vida plena.
De este modo, se tratará de asegurar unos niveles básicos de renta que minimicen el porcentaje de personas en situación de pobreza relativa y/o severa. En esta línea, se prestará especial atención a los grupos de población en situación de mayor vulnerabilidad, como las personas dependientes, las personas con responsabilidades en solitario en el cuidado de menores, en las que destaca una mayor proporción de mujeres, etc.
Se apoyará un cambio en el modelo de cuidados, promoviendo la desinstitucionalización y una atención centrada en la persona en las diferentes etapas de la vida.
En este sentido, se fortalecerá el sistema de atención a la dependencia, asegurando las condiciones de trabajo de sus trabajadoras y trabajadores. Para ello, se garantizará a todas las personas el cumplimiento efectivo de su derecho a ser cuidadas en los diversos tramos, entornos y circunstancias de su vida, así como promover su corresponsabilidad de cuidar a otras personas y al entorno desde la condición interdependiente y ecodependiente de la vida humana, concibiendo esta dualidad de toda persona, en tanto cuidada y cuidadora, como oportunidad para avanzar hacia una vida más plena y una sociedad más justa.
Las mejoras en los servicios de atención a la dependencia y discapacidad tendrán como fin último que todas las personas puedan desarrollar su proyecto de vida de manera independiente y funcional de acuerdo con las circunstancias, propiciando, además, la consolidación de yacimientos de empleo de calidad en esta materia.
En la aplicación de políticas sociales se deberá prestar especial atención a la garantía de las condiciones básicas para que todas las familias puedan desarrollar de manera adecuada la crianza y los cuidados necesarios, así como implantar medidas para asegurar la protección de las y los menores.
Se llevarán a cabo las actualizaciones normativas necesarias para promover la protección y reconocimiento jurídico de la diversidad de estructuras familiares.
De igual modo, se actuará con el fin de apoyar a aquellas familias en situación de vulnerabilidad, mediante las medidas fiscales o de atención social pertinentes, en especial a aquellas con mayores dificultades como las personas con responsabilidades en solitario en el cuidado de menores.
En esta línea, se buscará mejorar las condiciones y el entorno en el que se desarrollan los niños y las niñas, mitigando la pobreza infantil.
De cara a 2030, se llevarán a cabo las actuaciones públicas que se consideren convenientes para asegurar el derecho de acceso a una vivienda digna, asequible y adecuada para el conjunto de la población residente en Canarias, reduciendo el esfuerzo económico y mejorando su adecuación. En esta línea, se buscará garantizar que las viviendas tengan acceso a los servicios básicos, así como mejorar su eficiencia energética y potenciar el autoconsumo renovable.
En la aplicación de actuaciones públicas, se prestará especial atención a ciertas problemáticas o colectivos sociales. En primer lugar, actuaciones enfocadas a dar respuesta al fenómeno del sinhogarismo, que afecta a un considerable número de personas en Canarias y supone uno de los efectos más visibles de la pobreza. En segundo lugar, a las limitaciones en el acceso a la vivienda de determinados grupos de la sociedad, como se da en el colectivo de jóvenes, las personas con menor nivel de renta y las personas inmigrantes.
La política de rehabilitación es de vital importancia, y debe incluir, además de la eficiencia energética, el acondicionamiento de las estructuras relacionadas con la movilidad. Estas actuaciones de acondicionamiento de las viviendas deben prestar especial atención a las personas y familias más vulnerables.
De cara a reducir el esfuerzo económico, especialmente para los grupos poblacionales más vulnerables, se incrementará la disponibilidad de vivienda pública y social, evitando alimentar la segregación socioespacial; se estimulará el alquiler de la vivienda vacía; se establecerán mecanismos de protección sobre el parque público de vivienda, así como reservas de suelo para vivienda protegida en alquiler; y se incentivarán las formas de tenencia alternativas a la propiedad absoluta y al alquiler, como la propiedad temporal y la propiedad compartida.
En los próximos años, se implementarán las medidas necesarias para eliminar cualquier tipo de discriminación que se produzca en el seno de la sociedad canaria. De este modo se potenciará la valoración positiva de la diversidad, luchando contra los discursos y delitos de odio que motiven la exclusión de las personas debido a su edad, sexo, género, expresión o identidad de género, orientación sexual, origen étnico o racial, discapacidad, etc. Se buscará, por tanto, garantizar los derechos y libertades de todas las personas, prestando especial atención a los grupos vulnerables, desarrollando acciones específicas en diferentes ámbitos que mejoren sus condiciones de vida y aseguren la no discriminación.
Un ámbito fundamental y prioritario para desarrollar acciones específicas en este sentido es el escolar.
Resulta esencial que el alumnado adquiera los conocimientos y las aptitudes personales y sociales que permitan fomentar el diálogo para la resolución de los problemas y los conflictos, apreciar y comprender mejor las diferencias y establecer un respeto mutuo por la dignidad humana y los valores compartidos.
La centralidad en las personas debe conjugarse con la intervención comunitaria que propicie la conformación de entornos sociales más incluyentes y propicios para el progreso individual y sobre todo colectivo.
Las comunidades locales deben ser solidarias y corresponsables con el destino de cada uno de sus componentes, fortaleciendo sus vínculos para construir proyectos comunes de vida que integren todas las realidades y diversidades existentes. El acento debe ponerse entonces en la motivación de los actores protagonistas de cada marco territorial, para que se encuentren, dialoguen y definan colaborativamente su particular estrategia de desarrollo, identificando y superando los obstáculos presentes y aprovechando las oportunidades reconocidas.
El enfoque comunitario enfatiza el cuidado de las relaciones entre los actores protagonistas de cada realidad,
organizados en torno a las dimensiones política, técnica y ciudadana, incluyendo además la esfera empresarial. Asimismo, apuesta por tomar como punto de partida el conocimiento del marco socioterritorial que se comparte, a partir del cual y mediante el impulso de su adecuado análisis a modo de diagnóstico, construir colaborativamente su proyecto de vida común, recurriendo a métodos como el que propone el desarrollo local participativo. Es esencial considerar la mejor escala de intervención en cada oportunidad, partiendo de la base de que barrios, distritos e incluso municipios en determinados casos, suponen la célula básica para conseguir la confluencia, definición de objetivos y trabajo conjunto de dichos protagonistas.
La administración desempeña un papel esencial en cuanto a la facilitación de este tipo de procesos con enfoque comunitario en el contexto local, aportando algunos de los elementos necesarios para desarrollar un trabajo profesional con perspectiva de medio y largo plazo, atrayendo y sumando al resto de protagonistas.
También reconociendo los elementos previamente existentes y partiendo de ellos, como mejor fórmula para aprovechar recursos, conocimientos y experiencias disponibles, con el fin de hacer viables y sostenibles los procesos que se logren activar. Es fundamental, además, el protagonismo institucional en la difusión y el intercambio de resultados y aprendizajes que puedan tener efecto demostrativo e inspirador en la propagación del enfoque comunitario.
El enfoque comunitario que se pretende impulsar atenderá también a la gestión de la diversidad cultural de la sociedad canaria mediante planes específicos que promuevan valores interculturales y propicien la participación de las personas de origen extranjero en su comunidad, favoreciendo así la construcción colectiva y plural de sólidos contextos de convivencia social.
Reto Región 2: Acabar con la brecha de género y con la violencia hacia las mujeres
Política Aceleradora 2: Una sociedad igualitaria y libre de violencia machista
De cara a la próxima década, se trabajará por el logro de la igualdad entre hombres y mujeres en todos los ámbitos sociales. Para ello, se desarrollarán las acciones necesarias para promover la igualdad de género en la educación, en los medios de comunicación, en el empleo, en el deporte, la cultura, la representación pública y en el trabajo doméstico y de cuidados.
Se seguirá apostando por el cuidado de la salud de las mujeres y por la diversidad corporal como una estrategia más de lucha contra la violencia hacia las mujeres y la defensa de su salud.
De manera paralela, se fomentarán los estudios, y recopilación de información y documentación sobre la situación de la mujer en Canarias orientados a servir de base para la elaboración y la adopción de las medidas necesarias para el logro de la igualdad real y efectiva. Se hará un seguimiento de la legislación vigente y su aplicación, y se elaborarán las propuestas de reforma legislativa oportunas para eliminar las trabas que dificulten o impidan la igualdad real y efectiva entre ambos sexos.
Se trabajará en la generalización del lenguaje no sexista y el tratamiento igualitario entre mujeres y hombres en los contenidos e imágenes que se utilicen, evitando la reproducción de estereotipos.
Se abordará la violencia de género teniendo en cuenta las especificidades de las diversas realidades de las mujeres; prestando especial atención a la violencia sexual y la trata con fines de explotación sexual. Para ello, se realizarán las campañas de sensibilización, promoción y difusión, con el fin de informar a la ciudadanía sobre este reto de primer orden que enfrenta nuestra sociedad. Se planificarán los servicios y prestaciones destinados a la prevención de la violencia de género y a la protección de las mujeres víctimas de la misma y de las personas dependientes de ellas.
Se impulsará la elaboración de protocolos para la prevención y protección de las víctimas contra el acoso sexual y el acoso machista y se aplicará la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género cuando sea necesario.
Reto Región 3: Afrontar las limitaciones de alcance y deficiencias en el funcionamiento de los servicios públicos en Canarias
Política Aceleradora 3: Reforzar el Estado del bienestar, asegurando y mejorando la calidad de los servicios públicos
“La educación es uno de los factores que más modela la realidad social, económica y cultural de una sociedad. Como tal, forma parte del origen y la solución de la mayoría de sus retos, y es uno de los principales determinantes del progreso económico y social a largo plazo” (Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia Gobierno de España, 2021, pág. 93).
Así, por ejemplo, la educación, a través de su impacto sobre el stock de capital humano, aumenta el potencial innovador y tecnológico, posibilita el avance de la productividad, incrementos en la tasa de crecimiento potencial de las economías, y mejora la calidad de sus instituciones. También resulta un precursor indispensable para una mayor racionalización del consumo de energía y recursos naturales, y, en general, para
propiciar conductas más respetuosas con el medioambiente.
Además, se correlaciona con mayores niveles de empleo y una menor incidencia de la precariedad laboral, con un mejor estado de salud de la población, y una mayor participación cívica y estabilidad política.
La educación puede actuar como un gran nivelador social, ayudando a reducir las desigualdades sociales entre las personas, también la desigualdad de oportunidades.
Corregir la desigualdad de oportunidades “no es, por lo tanto, una mera cuestión de justicia e igualdad social, sino también de eficiencia y crecimiento económico” (Marrero Díaz et al., 2017, pág. 2).
La mejora de la educación y las posibilidades de acceso en todos los grupos de edad es uno de los canales clave para luchar contra la desigualdad de oportunidades y mejorar la movilidad intergeneracional.
Para aquellas personas que no se hallen en edad escolar, los esfuerzos deberán centrarse en diseñar una oferta formativa de enseñanza profesional a través de la formación profesional complementaria y continua, sin descartar medidas que faciliten la educación de adultos (Marrero Díaz et al., 2017, pág. 105).
Por este motivo, se considera necesario aplicar medidas para que el derecho a una educación pública, universal, gratuita, inclusiva, igualitaria, equitativa y de calidad pueda ampliarse a todos los niveles de educación y formación, incluyendo la formación profesional de Grado Superior y las enseñanzas universitarias.
En este sentido, el sistema educativo debe mejorar en calidad, equidad e inclusión para alcanzar la excelencia y permitir que todas las personas puedan desarrollar todo su potencial, y talento, su personalidad y capacidades, de forma que puedan llegar tan lejos como consideren y en condiciones de afrontar los retos del futuro.
En línea con el diagnóstico realizado en el informe España 2050: Fundamentos y propuestas para una Estrategia Nacional de Largo Plazo, entre las asignaturas pendientes que debe atender con urgencia el sistema educativo canario podemos apuntar: (i) la alta tasa de repetición escolar, derivada en buena medida de los condicionantes socioeconómicos, pero que también se relaciona con cuestiones más propias del sistema educativo, como las normas y formas de evaluación aún dominantes; (ii) la persistencia del abandono escolar temprano, también estrechamente relacionado con los condicionantes socioeconómicos y que a la postre limitan las oportunidades laborales y vitales de miles de jóvenes canarios, así como el potencial competitivo de nuestra economía; (iii) el acceso insuficiente a estudios postobligatorios (aún un alto porcentaje de la población no supera la educación secundaria obligatoria), resultado de las dos debilidades anteriores y que supone un límite a las aspiraciones y posibilidades profesionales de nuestra juventud; (iv) los niveles de aprendizaje y competenciales (amplio margen de mejora en el dominio de competencias básicas como la comprensión lectora o la habilidad matemática, y en materias fundamentales como el conocimiento de idiomas extranjeros, las habilidades digitales, la formación financiera, y el dominio de competencias transversales o soft skills como el pensamiento crítico, la creatividad o la curiosidad), comparativamente bajos; (v) la desigualdad de oportunidades educativas (el nivel socioeconómico del hogar determina de manera crucial los fenómenos de repetición y abandono escolar) y la segregación escolar (que en España supera la media europea y, además, se ha incrementado ligeramente desde 2006), que juntos arrastran a muchas personas jóvenes de entornos vulnerables a no alcanzar titulaciones medias y superiores que les permitan optar a un empleo de calidad; y, por último, la desmotivación y desafección progresiva del alumnado con la escuela, que es tanto causa como consecuencia del alto nivel de abandono escolar y los bajos rendimientos académicos (Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia Gobierno de España, 2021, págs. 97- 101 y 132-133).
Por otra parte, se fortalecerá y modernizará el modelo de Formación Profesional aplicando criterios de calidad educativa y adaptándolo a las necesidades del sistema productivo, en colaboración con el tejido empresarial y, en consonancia con los ODS, para asegurar una adecuada cualificación de sus estudiantes y posibilitar su incorporación al mercado laboral. La ampliación de la oferta formativa atendiendo a las nuevas demandas sociales que conlleve un desarrollo sostenible (energías renovables, economía azul, automoción eléctrica, etc.) será fundamental. Igualmente, las universidades canarias deberán potenciar tanto su labor docente como investigadora, modificando su oferta educativa acorde a los cambios a los que se enfrenta nuestra sociedad.
De igual manera, conscientes del papel de la educación superior en la reducción de las desigualdades sociales, la diversidad de la demografía de cada una de las islas y la cada vez mayor dificultad para las familias de las islas no capitalinas para soportar el coste que supone cursar estudios superiores fuera de su isla, se deberá potenciar la mejora de las condiciones del alumnado que reside en islas no capitalinas con el objetivo de compensar los desequilibrios y ajustarlos a las condiciones de los que residen en islas como Tenerife o Gran Canaria a través de becas y la creación de infraestructuras residenciales específicas para este alumnado. Además, se deberá analizar e impulsar la oferta formativa de estudios superiores en las islas no capitalinas, en sus modalidades presencial y semipresencial.
La Universidad, desde su identidad está llamada a liderar el cambio social. Debe preparar a profesionales que sean capaces de comprometerse con el mundo en donde viven, poniendo sus conocimientos y su sabiduría al servicio de toda la sociedad.
La educación universitaria debe aportar las herramientas y la formación necesaria para que su alumnado pueda dar respuesta a las necesidades sociales actuales y a los grandes desafíos que esta Agenda plantea. El elemento central de la formación no es lo que el estudiante llega a saber en su etapa universitaria sino lo que es capaz de hacer con lo que sabe al final de la misma; es decir, se aboga por formar profesionales capaces de responder a las demandas sociales (Aguilera et al., 2010). La Universidad tiene que ir en esta línea, no puede dar la espalda a la realidad social, sus estudiantes deben pensar y actuar globalmente. Conocer su mundo y su entorno para el día de mañana, desde su profesión, poder contribuir al cambio. De esta manera, la Universidad estará formando a estudiantes que ejercerán su trabajo desde el compromiso social y serán responsables con los demás y con su entorno.
Hoy más que nunca, se hace imprescindible que la Universidad se abra a nuevas realidades sociales, que se conformen como agentes formativos, como experiencias de aprendizaje que también contribuyen a la formación de nuestros alumnos y alumnas. Y no solo la Universidad debe abrir sus puertas a estas nuevas realidades de aprendizaje, sino que debe salir de sus aulas, de su campus para descubrir y conocer el mundo, para hacer que sus estudiantes hagan y vivan la Universidad en otros entornos (De la Rosa Ruiz et al., 2018. Revista Prisma Social, n.º 25).
La transformación tecnológica y digital constituye otro de los grandes retos que hemos de asumir sin demoras. Las nuevas tecnologías están modificando de manera acelerada la forma en la que se aprende, enseña, evalúa y tutela. La digitalización va a posibilitar impulsar un aprendizaje más personalizado y profundo, adaptado al ritmo, las particularidades y la motivación de cada estudiante. Aprovechar las potencialidades de esta ola transformadora va a requerir apostar por “la I+D educativa, digitalizar los sistemas de datos y gestión del conocimiento, modernizar las infraestructuras, y recualificar a buena parte del cuerpo docente” (Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia Gobierno de España, 2021, pág. 112).
Por último, también se incluirán en todas las etapas y enseñanzas del sistema educativo aprendizajes relacionados con la educación para el desarrollo sostenible como un pilar fundamental para alcanzar los ODS.
Aprendizajes orientados a la adquisición de conocimientos teóricos y prácticos sobre estilos de vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad de género, la promoción de la cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial, valorando tanto su diversidad cultural como la contribución de ésta al desarrollo sostenible.
En el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible definidos por la Agenda 2030, se ha puesto de relieve la necesidad de rediseñar estrategias y fortalecer los servicios de salud, a fin de dar una respuesta eficaz a esta o a futuras crisis sanitarias, y al mismo tiempo, continuar mejorando los actuales niveles de calidad asistencial. Para alcanzar estos objetivos se requiere de medidas coordinadas con un enfoque intersectorial en diferentes ámbitos de actuación que permitan garantizar los los niveles de calidad de la atención sanitaria y sociosanitaria pública.
El COVID-19 ha puesto de manifiesto debilidades en los sistemas públicos de salud que refuerzan la necesidad de actuar para dotar al sistema sanitario de mayor sostenibilidad y resiliencia. Entre las actuaciones más necesarias para potenciar la prevención de las enfermedades y la protección y promoción de la salud destacan la necesidad de reforzar la Atención Primaria como pilar fundamental en la prestación de servicios sanitarios, de fortalecer los sistemas de salud pública y de dotar a la atención especializada de los medios necesarios para abordar con mayores garantías una reducción sostenida en el tiempo de las listas de espera diagnósticas y terapéuticas (especialmente las quirúrgicas).
El fortalecimiento de los servicios sanitarios pasa por reforzar y estabilizar las plantillas sanitarias, abordar la implantación, refuerzo y actualización de las infraestructuras sanitarias esenciales y críticas, y profundizar en la transformación digital del sistema público de salud.
En relación con el impulso de la digitalización, sería conveniente aplicar medidas como la implantación de sistemas sanitarios predictivos, el fomento de la innovación, la incorporación de tecnologías disruptivas especialmente en el ámbito del Big Data o la Inteligencia Artificial, o la generalización de procesos asistenciales digitales tales como la teleasistencia, la telemedicina, las interconsultas virtuales o la implantación de consultas virtuales en áreas remotas o con difícil accesibilidad a los servicios sanitarios en Canarias. Además, deberá de mejorarse la integración de los sistemas de información para aumentar progresivamente la accesibilidad a los datos de salud relevante desde cualquier punto de la red sanitaria.
Asimismo, con el fin de promover la salud y al mismo tiempo minimizar la amenaza que supone la actividad sanitaria para el cambio climático, debemos avanzar en medidas que propicien una reducción de la huella de carbono generada por los procesos sanitarios, hasta tender a cero en 2030, con medidas que mejoren la eficiencia energética de las infraestructuras, procesos y tecnologías sanitarias, fomentando el uso de tecnologías con emisiones netas, promoviendo la compra pública medioambientalmente sostenible y reduciendo la huella de carbono de los medicamentos.
Por otro lado, no se deben olvidar los principales problemas de salud y retos sanitarios futuros: seguirán requiriendo toda nuestra atención el cáncer, las enfermedades cardiovasculares cardiovasculares, la salud mental, el abordaje de las patologías crónicas y de las personas frágiles en el ámbito sanitario y sociosanitario.
Del mismo modo, la promoción de la salud a través del fomento de hábitos saludables (alimentación, ejercicio físico, lucha contra el tabaquismo, alcohol y otros tóxicos), la prevención (vacunas, infecciones de transmisión sexual, prevención de la fragilidad, de la violencia de género, entre otros) y la protección de la salud (calidad del aire, agua y alimentos) deben ser abordados adecuadamente.
Salud y trabajo conforman un binomio cuyas interrelaciones también conviene observar. Desde la óptica de la salud de las personas trabajadoras, la prevención de riesgos laborales se constituye como herramienta fundamental para su cuidado y bienestar, adquiriendo mayor importancia en el contexto de la enfermedad COVID-19.
Además, se añade el reto de incorporar los cambios necesarios para dar una respuesta adecuada a las próximas epidemias, así como a los pacientes que van a sufrir secuelas posteriores a la infección por COVID- 19. Todo ello con un enfoque intersectorial (participación de municipios, cabildos, sector educativo, las Consejerías del Gobierno, etc.), imprescindible para que los sistemas públicos sean sostenibles en el futuro. Las acciones deben basarse en la mejor evidencia científica disponible, ser eficientes y con criterios de equidad (de sexo, rango de edad, lugar de residencia, etc.), así como estar centradas en las personas y la comunidad en su conjunto, para favorecer su empoderamiento en el cuidado de la salud. Estos cambios no serán posibles sin la transformación descrita anteriormente (modernización, digitalización, reducción del impacto medioambiental, etc.) y sin una participación más activa de la ciudadanía y agentes sociales.
Dada la vulnerabilidad de Canarias ante nuevas epidemias por virus emergentes o por su intensa conectividad de viajeros visitantes de todas las partes del mundo debida a la actividad turística, deben desarrollarse los cambios necesarios para dar respuesta a las próximas amenazas, tanto desde el punto de vista de la prevención y detección precoz, como de la respuesta sanitaria y comunitaria.
Por último, se avanzará en la integración y fortalecimiento de redes de investigación en salud humana, animal y ambiental, que permitan llevar a cabo acciones preventivas en las tres áreas de forma coordinada y que faciliten la detección temprana y una rápida reacción frente a las amenazas para la salud de la población, de los animales y ambiental.
Desde esta perspectiva, se deberán promover socio-ecosistemas que permitan proteger la salud humana y animal, la biodiversidad y la salud ambiental, minimizando el impacto económico y social derivado de futuras pandemias.
Dimensión PLANETA
Reto Región 4: Hacer frente a la emergencia climática y ambiental
Política Aceleradora 4: Una región comprometida con el cambio climático y que respete los límites del planeta
Desarrollar un conjunto de medidas que garanticen ir hacia un balance neutro de emisiones de gases de efecto invernadero en las Islas. Si queremos lograrlo en 2040, es clave que en 2030 estemos en una clara senda de reducción de emisiones netas, lo que requiere la reducción progresiva del uso y el consumo de combustibles fósiles, el establecimiento de un modelo energético basado en la gestión de la demanda y en las energías renovables, la mitigación de emisiones y la adaptación a los efectos del cambio climático para la reducción de la vulnerabilidad de las personas y sus bienes, los recursos naturales, las infraestructuras, los servicios públicos y los ecosistemas terrestres, costeros y marinos; el fomento de la resiliencia de los sectores sociales y
económicos frente a los efectos del cambio climático, la promoción de la educación, la formación, la innovación, la I+D, la competitividad y la transferencia tecnológica.
En este sentido también será clave difundir conocimiento a cualquier escala y ámbito en materia de mitigación, adaptación y gobernanza de la acción climática.
Además, se tendrá en consideración la integración de la salud pública en las políticas de acción climática como mecanismo para la prevención y gestión de riesgos, así como la promoción de las políticas de transición ecológica, cohesión social y acción climática a nivel de las regiones ultraperiféricas (RUP) y otros territorios.
Estas acciones suponen la apuesta por un cambio de modelo productivo orientado hacia la transición ecológica, que vinculará a las Administraciones públicas y a todos los sectores de Canarias. Se contemplarán medidas específicas para sectores como el turismo, el transporte, la agricultura, la sanidad o la seguridad; desde principios de cooperación entre las Administraciones y la sociedad civil.
Canarias es la única región del Estado español no conectada a redes energéticas continentales. El archipiélago se caracteriza por su lejanía, insularidad, reducida superficie, escaso grado de diversificación económica y alta dependencia exterior en un elevado número de productos; factores combinados que condicionan su potencial de desarrollo y que le confieren el reconocimiento de la UE como RUP.
Asimismo, Canarias presenta una densidad de población muy superior a la media nacional, que se concentra en las dos islas capitalinas. El alto porcentaje de ocupación turística supone entre dos y tres veces más consumo de energía y agua per cápita, lo que incrementa la necesidad de infraestructuras y equipamientos, entre otros.
El archipiélago cuenta con unas excelentes condiciones climáticas y recursos renovables, como el sol y el viento, así como potencial para otras energías como la geotermia y las del mar. Su aprovechamiento en el sector energético permitiría reducir de forma considerable la dependencia del exterior y las emisiones contaminantes, contribuyendo a la promoción y desarrollo de la economía local y la generación de empleo. Esto hay que llevarlo a cabo compatibilizando la implantación de las energías renovables y la preservación del territorio y los recursos naturales.
El nuevo modelo energético busca transformar un sistema energético convencional que se caracteriza por su dependencia casi total de una energía exterior, basada en combustibles fósiles. Se trata de un sistema eléctrico constituido por seis subsistemas pequeños, aislados y con dificultades técnicas de interconexión (sólo Fuerteventura y Lanzarote están interconectadas); además, es un parque de generación eléctrica muy poco diversificado y envejecido, basado en tecnologías de generación a partir de productos petrolíferos.
Asimismo, este modelo de energía fósil se beneficia de una reglamentación singular que reconoce un régimen retributivo adicional por el extracoste derivado de una actividad de producción de energía eléctrica fundamentalmente fósil, obteniendo más de tres mil millones de euros durante el periodo 2015-2018.
En Canarias tenemos una gran dependencia del uso de combustibles fósiles para nuestras conexiones
marítimas y aéreas. La descarbonización de los sistemas de transporte será uno de los grandes retos internacionales con repercusión en nuestro sistema socioeconómico.
Además, es fundamental el nexo energía-agua en sistemas insulares, en los que el consumo de energía en la gestión del agua es muy superior al del territorio peninsular. Los datos actuales muestran que el ciclo del agua consume el 7% de la energía mundial, y un 5,8% en España, porcentaje que se eleva al 30% en Canarias. Será necesaria una importante actualización de los sistemas industriales de producción de agua para reducir significativamente sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Necesitamos un marco integrado y transversal de ordenación y planificación de los objetivos, políticas, medidas y acciones en materia energética, que promueva el desarrollo de un modelo energético sostenible, basado en la eficiencia energética y las energías renovables, y que identifique las acciones que contribuirán a la descarbonización de la economía canaria, promoviendo en lo posible la generación y el almacenamiento energético distribuidos, así como el autoconsumo colectivo, para favorecer una transición justa y una creciente democratización energética.
Los últimos 150 años de evolución industrial han estado dominados por un modelo de producción y consumo lineal, según el cual los bienes son producidos a partir de las materias primas, vendidos, utilizados y finalmente desechados como residuos.
Frente a la acentuada volatilidad actual en la economía global y el aumento de evidencias que apuntan a la creciente escasez y sobreexplotación de recursos, es indispensable procurar una mejora sustancial en el rendimiento de los recursos en la economía, lo que ha llevado a las instituciones y las empresas a explorar nuevas formas de reutilizar los productos o sus componentes y restaurar mejor sus materiales valiosos, así como la energía y mano de obra (Ellen MacArthur Foundation, 2015).
Para Canarias resulta crucial que el crecimiento, la competitividad y el empleo de nuestra tierra se planifique desde la óptica de la economía circular, de manera que responda a los retos de la utilización sostenible de las energías y recursos naturales y que permita avanzar en eficiencia.
La condición de RUP marca especialmente la forma en que Canarias está integrada en la Unión Europea, ya que las islas reciben un tratamiento diferenciado a causa de una serie de características y condicionantes estructurales: gran lejanía, insularidad, reducida superficie, compleja orografía, un perfil de especialización productiva muy concentrado y un elevado grado de dependencia exterior. Esto nos proporciona un trato singularizado por dejarnos en una situación de desventaja respecto al resto de la UE, que condiciona nuestro desarrollo socioeconómico.
En este sentido, la Comisión Europea apoya a las RUP para que se conviertan en lugares de ensayo de los proyectos piloto de la Economía Circular en el programa LIFE, en materia de residuos para abordar los
problemas asociados a su gestión. Además, se adoptan disposiciones para facilitar los traslados de residuos procedentes de las RUP a los países vecinos para su tratamiento, mediante la revisión del reglamento relativo a los traslados de residuos.
La gestión de los residuos y el agua son claves de la Economía Circular, especialmente en Canarias, dado el alto consumo que implica el desarrollo de la actividad turística. El enfoque actual de lucha contra el cambio climático, basado casi enteramente en la eficiencia energética y la transición hacia un mix energético sustentado en las renovables, solo va a actuar sobre el 55% de las emisiones, mientras que un 45% proviene de la producción y uso de bienes de consumo, lo que implica nuevas oportunidades para nuestro sector industrial.
Reducir los vertidos al suelo, al agua o al aire, sólo es posible si somos capaces de crear un sistema de actividades que den lugar al mayor grado de recircularidad en el uso de los recursos.
Canarias dispone de distintos marcos jurídicos que determinan el tratamiento de los residuos. Sin embargo, ninguno de ellos aborda la necesidad de transformar esos residuos en un recurso para la industria y la agricultura, tal como determinan distintas directivas europeas. Especialmente relevante es abordar las consecuencias de las emisiones de amoniaco (NH3), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), que son emitidas a la atmósfera, tanto por los residuos urbanos que se generan como por los residuos industriales, agroganaderos y pesqueros. También es de gran relevancia abordar el tratamiento y reutilización de la fracción orgánica, que hoy supone en torno a un 27% del conjunto de residuos. Otros problemas que deben abordarse desde una perspectiva transversal son la contaminación y la sobreexplotación de los acuíferos, los vertidos al subsuelo, suelo, cauces, y al mar, con emisiones diversas generadoras de problemas importantes para la conservación y la salud de los ecosistemas, así como para la salud pública, como es el caso de los microplásticos.
También deben abordarse, a través de la coordinación de competencias, los vertidos no controlados en el mar
en las aguas de Canarias, que causan importantes impactos locales y afecciones a amplias zonas litorales y marinas. Especialmente importantes serán los esfuerzos para la depuración y reaprovechamiento de las aguas.
Otros aspectos relevantes son los derivados de la contaminación lumínica, y sus importantes afecciones sobre la biodiversidad o la contaminación acústica, con importantes consecuencias de salud pública.
Canarias es una de las áreas geográficas más ricas en biodiversidad de la Unión Europea y una de las más destacadas a nivel mundial (Gobierno de Canarias, 2021). La singularidad geográfica del archipiélago, su localización en una región subtropical, la influencia de los vientos alisios y la corriente fría oceánica, junto a formaciones geológicas y un relieve complejo y accidentado, han dado lugar a una extraordinaria variedad de microclimas y paisajes naturales. Todo ello unido al aislamiento continental durante millones de años, favorece una gran endemicidad.
Sin embargo, es uno de los sistemas insulares caracterizados por una gran presión demográfica y un alto número de especies en peligro de extinción por km2.
Canarias, con el 1,5% de la superficie nacional, alberga la mitad de la flora endémica del conjunto del país y hasta una quinta parte de todos los hábitats de referencia en la directiva comunitaria de hábitats para España (Martín Esquivel, 1997). Además, se han conservado muestras relevantes de especies relícticas, es decir, que existieron en las regiones continentales próximas del norte de África y sur de Europa, y desaparecieron debido a las glaciaciones y la desertización, quedando preservadas en lugares de clima más benigno, como las Islas Canarias y otros archipiélagos macaronésicos. Ese es el caso del bosque de laurisilva, un bosque nuboso subtropical que desapareció de la cuenca mediterránea hace millones de años.
El medio marino es más uniforme en cuanto a diversidad de especies. No obstante, alberga una mayor diversidad de grupos taxonómicos y cuenta con importantes singularidades como, por ejemplo, ser una de las regiones del mundo con mayor diversidad de cetáceos. Esto se debe a las peculiares características oceanográficas y geomorfológicas del mar de Canarias que, por una parte, se encuentra en el límite sur de distribución para especies de aguas frías y en el límite norte para las especies de aguas tropicales y, por otra, cuenta con cantiles, zonas de bastante profundidad y con presencia de afloramiento de nutrientes de aguas más profundas.
Según el Banco de Datos de Biodiversidad de Canarias, Canarias presenta un número de especies considerablemente alto. A mediados de 2021 se conocen más de 17.400 especies terrestres y 7.200 marinas, estando estos datos en continua progresión. Entre ellas, actualmente hay 990 especies protegidas, 896 terrestres y 94 marinas.
Es necesario, pues, reenfocar la cuestión hacia una visión integral de la gestión de los recursos naturales y la biodiversidad. Aunque a lo largo de décadas se ha desarrollado un número importante de normas, planes y estrategias para la conservación, actualmente es necesaria una regulación armonizada y coherente de aquellas materias o actividades en el ámbito de competencias de la Comunidad Autónoma que afecten directa o indirectamente al patrimonio natural y a los recursos naturales del archipiélago.
De acuerdo con la Estrategia de la Unión Europea sobre la biodiversidad de aquí a 2030, reintegrar la naturaleza en nuestras vidas, Canarias abordará retos clave en esta materia, siendo estos los principales:
- Garantizar la conservación y recuperación de los ecosistemas, mejorando el conocimiento y la gestión de especies y hábitats terrestres y marinos, favoreciendo su preservación y regulando los usos y aprovechamientos de un modo sostenible.
- Complementar la Política Agraria Común, transformando al menos el 10% de la superficie agraria en elementos paisajísticos de gran diversidad, setos, árboles no productivos, franjas de protección de las especies silvestres, humedales, etc., que acompañen la Estrategia «De la Granja a la Mesa» y el desarrollo de al menos el 25% de cultivos orgánicos para 2030.
- Mejorar la salud, la resiliencia y la cobertura de los ecosistemas forestales, impulsando una silvicultura más cercana a la naturaleza.
- Restaurar los sistemas de agua dulce y sus funciones naturales, teniendo como referencia la información hidrológica histórica de Canarias. A su vez impulsar los humedales y su relación con la biodiversidad terrestre y marina, manteniendo los caudales ecológicos. Se requiere un enfoque integral de la gestión del agua, minimizando las pérdidas en las redes de abastecimiento y mejorando su depuración y reutilización una vez usada.
- Alcanzar un buen estado ecológico de los sistemas marinos, restaurando los sistemas ricos en carbono, así como las zonas de desove y criaderos. Establecer una nueva ordenación marina en colaboración con el Estado, de acuerdo con objetivos de conservación claramente definidos sobre la base del mejor asesoramiento científico disponible, realizando importantes esfuerzos para la ordenación y regulación de los usos extractivos en el ámbito marino, y en general potenciando un enfoque integrado y sostenible en las actividades de economía azul.
- Abordar planes de urbanización ecológica, para crear bosques, parques urbanos, jardines, bosques productivos y todo tipo de infraestructura verde que dote a nuestras ciudades de calidad ambiental y sanitaria (dentro de un modelo de recualificación del paisaje cultural que vincule de forma más equilibrada los aspectos bióticos, abióticos y antrópicos).
- Promover la lucha contra la desertificación de las islas, protegiendo la fertilidad del suelo, la reducción de la erosión y el aumento de la materia orgánica en el suelo, evitando la degradación de la tierra.
- Impulsar un plan de contaminación cero para el aire, el agua y el suelo, impulsando el potencial de I+D+i y competitividad de nuestra comunidad.
- Crear nuevas soluciones basadas en la naturaleza para impulsar las energías sostenibles comprometidas con el mantenimiento y desarrollo de la biodiversidad y la vida silvestre, adaptando continuamente las mejores soluciones tecnológicas a las distintas fuentes de energía.
- Contaminación cero para un entorno sin sustancias tóxicas, es la expresión de la Comisión que adoptamos como compromiso para Canarias, reduciendo el uso de fertilizantes y plaguicidas, mejorando la evaluación de riesgos y el impulso de la bioeconomía con soluciones basadas en los procesos socioeconómicos y naturales.
- Reducir en un 50% el número de especies de la Lista Roja que están amenazadas por especies exóticas invasoras.
- Fomentar fórmulas de participación ciudadana como la custodia del territorio, la ciencia ciudadana, el aprendizaje por servicios y el voluntariado ambiental.
La dimensión territorio en Canarias es clave, dadas sus peculiaridades geográficas: un territorio pequeño, discontinuo, de enorme complejidad ecológica, socioeconómica y cultural, y con una altísima densidad de usos y retos. Pocas regiones del mundo concentran tanta complejidad en tan poco espacio.
Con una economía marcadamente dependiente del exterior, basada fundamentalmente en el turismo y, a la vez, con unas características ambientales, históricas, socioculturales y paisajísticas de gran singularidad; la ordenación y la adecuada gestión del territorio es un objetivo estratégico indispensable.
Todos los propósitos, las iniciativas y las medidas, así como el desarrollo de las actividades sociales y económicas, requieren atender al dinamismo económico necesario, al cuidado de las personas y los seres vivos y a la infraestructura de recursos naturales de las que depende el nivel y la calidad de los habitantes actuales y futuros de Canarias. Esto se plasma, en gran medida, en la planificación y la gestión del territorio, y en sus recursos, debiendo prevalecer la protección ambiental y el principio de precaución como base de actuación de los desarrollos territoriales y urbanísticos.
Dentro del conjunto de retos a abordar, la cuestión del territorio es crucial.
Es clave la ordenación de sus ciudades, espacios naturales y distintos sectores de la economía. Especialmente relevante es el vínculo territorio-turismo (ciudad turística), señalando como política a seguir la de la contención o límites al crecimiento de nueva planta turística, evitando más consumo de suelo y priorizando la renovación, cualificación y modernización de la ciudad turística existente, así como cualificando equipamientos y servicios compatibles ligados a la gestión sostenible del patrimonio natural y cultural, con una atención integral al paisaje y a la regeneración de espacios degradados.
El vínculo territorio-turismo se ha de plasmar en el complejo conjunto de instrumentos territoriales, ambientales y urbanísticos, integrando las distintas dimensiones, pero teniendo en cuenta que la sostenibilidad requiere la capacidad de gestionarlo, manteniéndolo en el tiempo, sin agotar sus recursos o deteriorar sus ecosistemas y los servicios que estos proveen.
La Agenda Urbana (ver prioridad 7.1.) también le confiere importancia a la dimensión territorial en tanto que
diseña un marco con nuevas estrategias sostenibles para las ciudades y espacios que habitamos.
En un mundo cada vez más urbanizado los problemas se tornan globales.
Los retos de las islas no son ajenos a los del resto del mundo, pero es cierto que albergan particularidades locales y singularidades como, por ejemplo, la escasez de territorio apto para el desarrollo de la urbanización y de la agricultura, o la presencia de hábitats naturales únicos y de gran valor ecológico. Es pues prioritario definir sistemas policéntricos que reduzcan las necesidades de movilidad basada en el vehículo privado, lo que debe abordarse desde un enfoque territorial integrado.
Nuestro archipiélago ha sufrido un vertiginoso proceso de urbanización entre la segunda mitad del siglo XX y las dos primeras décadas del siglo XXI, hasta el punto de que, actualmente, en gran parte del territorio es difícil distinguir lo que comúnmente llamamos campo de lo que consideramos ciudad, esto es, diferenciar lo
rural de lo urbano.
El grado de desarrollo de la urbanización actual hace que la continuidad de lo construido se extienda por gran parte de las islas, de tal manera que, en ocasiones se plantea la posibilidad de planificar sobre ciudades- isla, o isla-ciudad. La limitada extensión de nuestro entorno vital y el grado de ocupación del territorio favorecen este fenómeno, configurando sobre todo las islas mayores como una única área metropolitana.
Los valores de la ciudad tradicional como la complejidad, la densidad, la compacidad y la mezcla de los usos, se han visto cuestionados por nuevos modelos de desarrollo monofuncional basados fundamentalmente en el transporte privado, que ha derivado en una situación de colapso del tránsito, en el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, en la pérdida de riqueza del entorno construido y en el aumento de la desigualdad social por deficiencias de acceso a los servicios básicos, así como por la falta de igualdad de
oportunidades. Es pues prioritario definir sistemas policéntricos que reduzcan las necesidades de movilidad basada en el vehículo privado, lo que debe abordarse desde un enfoque territorial integrado.
Las herramientas de planeamiento convencionales que utilizamos para la gestión urbana y del territorio no dan respuesta a los desafíos que nos afectan; procesos de cambio constante, recientes, presentes y futuros que experimentan y experimentarán nuestras ciudades. Por ello se hace preciso crear nuevas herramientas basadas en la participación, que alcancen el mayor grado de inclusión posible, y de técnicas que aprovechen los avances
científicos y tecnológicos a nuestro alcance.
Es necesario avanzar en una reforma de la legislación territorial, que asuma los retos ambientales expresados en el conjunto de instrumentos para la transición ecológica, que mejore la eficacia de los procesos a través de una integración eficiente de la información, que promueva una planificación flexible y que incorpore los retos de la movilidad y del transporte sostenible y la agenda urbana, que habrán de ser puntos focales de la futura revisión de la Ley del suelo y de los Espacios Naturales Protegidos de Canarias.
Dimensión PROSPERIDAD
Reto Región 5: Superar las deficiencias estructurales del modelo económico de Canarias
Política Aceleradora 5: Un nuevo modelo económico competitivo e inteligente, más diversificado, resiliente, inclusivo y verde
Con el fin de alcanzar la sostenibilidad económica, sin descuidar las dimensiones social y ambiental del desarrollo sostenible, las actuaciones público-privadas deberán motivar que el modelo económico avance hacia una competitividad territorial sostenible, entendida como el conjunto de políticas, instituciones y factores que favorecen la mejora continuada (de forma sustentable en el tiempo) de la productividad de nuestra economía, y la creación de un entorno favorable para la creación de valor por parte de las empresas, asegurando en todo momento la sostenibilidad social y ambiental. Una mayor competitividad territorial para Canarias debe suponer, en última instancia, una ventaja competitiva que permita generar mayor valor añadido y operar con niveles de productividad y eficiencia más altos a las empresas que operan en las islas, a la vez que generan valor compartido, valor social. Estos avances es fundamental que se promuevan a través de la concertación social tripartita a escala tanto regional como estatal y el refuerzo del papel de las relaciones laborales y la negociación colectiva, y deben comprometer no solo a las nuevas actividades económicas que surjan en la próxima década, sino también a aquellas ya implantadas y con un gran peso en el territorio. En este sentido, sectores como el turismo deberán evolucionar hacia un modelo basado en la calidad y la sostenibilidad.
Resulta muy difícil sobrevalorar la importancia estratégica de la productividad de cara, por ejemplo, a elevar la tasa de crecimiento potencial de la economía, generar empleo de calidad, o mejorar simultáneamente los márgenes empresariales y los salarios sin generar tensiones inflacionistas ni comprometer la competitividad de las empresas.
La importancia de la productividad se va a ver acrecentada en los próximos lustros, en un escenario que vendrá marcado por el menor ritmo de avance del factor demográfico, y, por esta vía, de la proporción de la población en edad de trabajar. En efecto, en las próximas décadas no vamos a contar con el apoyo de la demografía para crecer, debido al creciente envejecimiento de la población. Por tanto, si no logramos revertir la dinámica desfavorable mostrada por la productividad, el avance del PIB canario se verá ralentizado, lo que dificultará mantenernos en la senda de la convergencia hacia los estándares de renta per cápita nacionales y europeos.
El problema de la baja productividad en Canarias y su reducido e inestable ritmo de avance no se circunscribe a unas pocas ramas de actividad. Se trata de un problema que afecta a la mayoría de ramas de actividad de nuestra economía. Su origen multicausal (deficiencias de nuestro stock de capital humano; déficit de liderazgo empresarial y limitadas capacidades gerenciales y de gestión de recursos humanos, especialmente en empresas de menor dimensión; debilidades del ecosistema de I+D+i; un marco institucional, regulatorio y administrativo que lejos de actuar como facilitador o catalizador, acostumbra a ejercer como obstaculizador; tejido empresarial débil, dominado por empresas de muy reducido tamaño, con escasa cultura asociativa y de cooperación; etc.) demanda de enfoques y planes de actuación integrales, que comprendan toda su complejidad.
El fomento de esta transición hacia la competitividad territorial sostenible y la mejora continuada de los estándares de productividad y eficiencia debe contar con el impulso de las instituciones públicas, que tendrán que asumir un papel activo, impulsando las inversiones estratégicas necesarias, incluyendo cláusulas sociales y medioambientales en la contratación pública o llevando a cabo las reformas fiscales pertinentes para adecuar el sistema tributario al siglo XXI. Pero el cambio, al ser una puerta que sólo puede abrirse desde dentro, deberá venir acompañado de la firme voluntad, compromiso y empuje de todos los actores territoriales, y muy especialmente de las empresas y del sector privado. Será preciso, por tanto, el establecimiento y consolidación de alianzas multiactor, incluidas las de naturaleza público-privada.
El turismo constituye un sector estratégico dentro de las islas. Tanto por su contribución directa sobre la producción y el empleo, como por sus efectos de arrastre sobre otras ramas de actividad, la apuesta por un modelo de desarrollo sostenible para Canarias será inviable sin la concurrencia, más aún, sin el firme compromiso y liderazgo, del sector turístico. Estamos obligados a repensar el modelo turístico de Canarias, a repensarnos como destino turístico. Tal y como ha señalado recientemente el Secretario General de la Organización Mundial del Turismo, “la sostenibilidad no debe ser ya un nicho del turismo, sino que debe ser la nueva norma en todos y cada uno de los segmentos del sector” (OMT, 2020). Todas las modalidades de actividad, todos los eslabones de la cadena de valor y todos sus agentes están llamados a interiorizar la sostenibilidad. “El turismo sostenible no debe considerarse una forma especial de turismo, sino que todas las formas de turismo deben esforzarse por ser más sostenibles” (OECD, 2020b, pág. 92).
Hemos de procurar un cambio de paradigma, y revisar la forma en que evaluamos el éxito turístico. Es necesario, tal y como señala la OCDE, pasar de un paradigma de crecimiento centrado en la demanda, en el aumento del número de visitantes y de pernoctaciones como el objetivo principal, a otro capaz de ofrecer una visión sostenible para el futuro. El objetivo deseado es un futuro en el que el éxito del turismo se centre en los impactos positivos que esta actividad puede y debe proporcionar a nivel de destino; que sea evaluado por su eficacia en la generación de medios de vida, contribuyendo a la economía de nuestras islas y municipios, la generación de empleo decente y el respeto por el medioambiente y los equilibrios naturales; que nuestra identidad turística, nuestro sello distintivo, sea la sostenibilidad. Un ejercicio que requiere de la participación activa e informada de todas las partes interesadas, que reconozca que la realidad turística canaria no es uniforme; que provea de una adecuada gobernanza y venga acompañado de un liderazgo político firme para garantizar una amplia participación y la creación de consensos (OECD, 2020b).
Ahora bien, siendo cierto que una cuota considerable de nuestra capacidad para transitar hacia un modelo de desarrollo sostenible pasa inevitablemente por el turismo, no podemos obviar que la salud y fortaleza de nuestro modelo de desarrollo y de nuestra economía pasa irremediablemente por evitar que todo sea turismo. La diversificación emerge, por tanto, como otra pieza clave para transitar hacia un modelo de desarrollo territorial competitivo, sostenible y resiliente.
Sin duda, vectores transversales como la economía circular, la economía verde, la economía azul o la economía naranja ofrecen un gran potencial para Canarias en términos de nuevas oportunidades de negocio, la emergencia de nuevas actividades, segmentos de mercado y nichos de empleo. El avance de estas actividades supondrá una menor dependencia de la actividad turística, un mayor grado de diversificación y, por esta vía, una mayor resiliencia del modelo económico de Canarias.
Pero conviene no perder de vista que parte de los procesos de diversificación se asientan sobre las fortalezas ya existentes en los territorios. Que especialización y diversificación no son conceptos antagónicos, y que la actividad turística ofrece tres grandes áreas de trabajo para promover la diversificación económica: (a) dentro de la propia cadena de valor turística tradicional (excesivamente sesgada en Canarias hacia el sector alojativo y un escaso desarrollo relativo de otros servicios en el destino); (b) en la cadena de valor turística ampliada (segundo nivel que incluye a empresas de actividades agrícolas, de la artesanía, el reciclaje, mobiliario, energía, agua, marketing, asesoramiento, sector audiovisual, servicios profesionales, etc., que ofrecen servicios a las empresas turísticas y que constituyen un nuevo marco de oportunidades económicas); y (c) en la cadena de valor global (el desarrollo turístico de Canarias, a diferencia de lo que ha sucedido en otras regiones, no ha dado lugar a estrategias relevantes de internacionalización) (Hernández & Padrón, 2020).
La transformación digital debe integrarse en el marco de la sostenibilidad, considerando sus dimensiones ambiental y social a la vez que posibilita la transformación del sistema económico en general, y de los sectores productivos en particular. Su naturaleza transversal le otorga un papel clave como herramienta de apoyo (o ralentización, si no se aborda correctamente) a los objetivos y metas de la ACDS 2030.
La digitalización del sistema productivo constituye un elemento potenciador de la competitividad territorial sostenible, debiendo ser apoyada por las Administraciones públicas desde sus diferentes ámbitos competenciales. La digitalización no solo supone una oportunidad para mejorar los niveles de eficiencia con los que funcionan los sectores productivos que operan actualmente en Canarias. También constituye un facilitador para el desarrollo de nuevas actividades productivas (como los servicios no presenciales), motivando la diversificación del tejido productivo y la generación de empleo estable y de calidad.
Avanzar en el proceso de transformación digital requerirá, entre otras actuaciones, del diseño e implementación de un plan integral de ayuda a la transformación digital, adaptado a las necesidades de cada sector y tamaño empresarial, con foco especial en las pymes y los autónomos, y que contemple a las Administraciones públicas; mejorar las competencias digitales de nuestra fuerza laboral; relanzar la inversión en infraestructuras digitales (red de fibra, tecnología 5G, autovías inteligentes, acceso a la digitalización de sectores transversales estratégicos -sanidad, educación, energía-); reducir la incertidumbre asociada a la digitalización (regulación) y los problemas de ciberseguridad; o fomentar la incorporación de robots en nuestro tejido productivo y en la propia Administración.
La digitalización también debe llegar a la Administración pública, como un elemento central en el ineludible proceso de modernización que debe afrontar. Problemas enquistados en la cosa pública como la complejidad y lentitud de respuesta en las gestiones y trámites burocráticos podrían corregirse, al menos parcialmente, gracias a la transformación digital. En esta línea, la creación de “una plataforma digital integral de gestión administrativa para pymes y autónomos, que coordine y agilice los trámites requeridos por la Administración pública para la obtención de ayudas, subvenciones y licitaciones” (Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia Gobierno de España, 2021, pág. 83) constituye un buen ejemplo de una actuación que revertiría grandes beneficios colectivos.
En el mismo sentido, la digitalización abre nuevos escenarios para la creación de alianzas multiactor, también entre los sectores público y privado, y ofrece a la Administración pública, en general, y al Gobierno de Canarias, en particular, la posibilidad de convertirse en un proveedor de inteligencia económica al conjunto de la sociedad canaria, y en especial al tejido empresarial, a través de actividades de recolección, interpretación, análisis, valoración, y difusión de la información estratégicamente útil. Más aún, el resultado de los análisis derivados de la inteligencia económica aplicada a la realidad de Canarias debe orientar los procesos de toma de decisiones en la Administración, guiar el diseño e implantación de las políticas públicas.
La transformación digital debe ir acompañada de garantías suficientes para que todas las personas, organizaciones y sectores institucionales y productivos tengan garantizado el acceso a la era digital. Terminar con la brecha digital exige actuar tanto sobre la conectividad y la accesibilidad, como sobre la capacitación, y debe incorporar la perspectiva de género, la dimensión territorial y, por supuesto, prestar especial atención a las empresas de menor dimensión y personas autónomas.
Los grandes retos globales y megatendencias que enfrentamos y que marcarán el futuro inmediato nos interpelan a afianzar de manera progresiva nuestro modelo productivo sobre los pilares de la innovación y el conocimiento. Sólo así podremos ser competitivos en un escenario marcado por la transformación tecnológica y la sostenibilidad medioambiental.
La evolución hacia un nuevo modelo productivo basado en una mayor competitividad del tejido productivo canario requerirá que este aumente su capacidad de innovar y de generar valor añadido con criterios de sostenibilidad. En este sentido, se deberá motivar el buen funcionamiento de todos los actores dentro del sistema de innovación, aprovechando las potenciales sinergias entre ellos, con el fin de desarrollar proyectos emprendedores en diferentes sectores, especialmente en aquellos generadores de un alto valor añadido. Para el logro de este objetivo, será necesario promover el desarrollo de I+D+i, tanto desde la iniciativa pública como la privada, mediante unos niveles adecuados de inversión, así como facilitar su transferencia y empleo por parte del tejido productivo.
De igual modo, se fomentará y facilitará el emprendimiento en todas sus formas y el desarrollo de nuevas actividades económicas tanto en el entorno urbano como rural. Para promover un nuevo paradigma de desarrollo es fundamental el impulso de la I+D+i para avanzar hacia modelos económicos más abiertos y competitivos. En este sentido, la participación de los agentes del ecosistema de conocimiento de Canarias, tales como universidades, centros de I+D, u otros agentes se erigen como imprescindibles para abordar la consecución de los ODS teniendo en cuenta que la ciencia y la tecnología son fundamentales para abordar los retos actuales y futuros de la sociedad canaria.
El impulso de la I+D+i debe realizarse de “forma sostenida en el tiempo (reduciendo los efectos del ciclo económico sobre el volumen de financiación), considerando los beneficios netos de las iniciativas públicas en un horizonte de medio y largo plazo, y generando los incentivos necesarios para fomentar el aumento de la inversión en I+D privada” (Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia Gobierno de España, 2021, pág. 79). A tal fin, hemos de estructurar adecuadamente los sistemas de ayudas a la inversión para mejorar la eficiencia en la asignación de recursos; mejorar el sistema de gobernanza multinivel y multiactor en el campo de la innovación; orientar las iniciativas de innovación desde una nueva perspectiva holística, orientadas a misiones estratégicas (resolución de desafíos concretos y, por tanto, medibles) que aprovechen las oportunidades emergentes; potenciar la investigación científico-tecnológica en las universidades y su transferencia al tejido productivo; incrementar la dotación económica y establecer un sistema de incentivos adecuado para el fomento de centros de excelencia de referencia internacional, que faciliten el retorno y la retención del talento nacional, así como la captación del extranjero; y promover la creación de una red de hubs de innovación en sectores económicos donde se han detectado nichos de mercado con potencial de crecimiento e internacionalización (Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia Gobierno de España, 2021).
Dado que a través de la investigación y la innovación aspiramos a dotarnos de una mayor capacidad de actuación para combatir muchos de los desafíos emergentes asociados al desarrollo sostenible, y, por esta vía, alcanzar estadios superiores de prosperidad y bienestar, resulta fundamental incorporar la perspectiva de género y así asegurar la excelencia en las investigaciones.
Resulta imposible entender la historia económica de Canarias sin una referencia explícita a su sector exterior y la relación con otros mercados. Un repaso a la historiografía de las islas deja patente que las etapas de mayor esplendor económico han coincidido, por lo general, con una apuesta clara por la apertura exterior, mientras que las etapas económicas más grises se relacionan con el ascenso de postulados proteccionistas.
La importancia del papel que puede jugar el sector exterior ha quedado patente en las últimas crisis que hemos atravesado: la originada a partir del colapso de las hipotecas subprime en Estados Unidos y la asociada a la irrupción de la pandemia de la COVID-19. Por ello, y con el fin de contribuir, no solo a una mayor resiliencia sino también a una mayor diversificación, es vital aprovechar las oportunidades que ofrecen los mercados exteriores.
Por tanto, la apuesta por la apertura al exterior e internacionalización de nuestra economía será decidida, procurando que el sector exterior contribuya positivamente no sólo al crecimiento, sino también al desarrollo sostenible de las islas. A tal fin, y sin ánimo de ser exhaustivos, debemos aumentar la base de empresas exportadoras, especialmente de aquellas que lo hacen de forma regular, y su propensión a exportar; incrementar el valor añadido de las exportaciones y procurar aumentar una mayor diversificación de los mercados de destino de nuestras exportaciones e inversiones; mejorar nuestra capacidad para atraer inversión extranjera directa, productiva, con efectos de arrastre sobre el resto del tejido productivo de las islas y preferiblemente en sectores emergentes vinculados con la sostenibilidad ambiental, la economía circular, la economía azul, la economía creativa, la digitalización, etc.
Sin duda, son muchos y variados los instrumentos que pueden y deben emplearse para impulsar nuestro sector exterior y la internacionalización de la economía canaria: facilitar el acceso a la información relevante a las empresas, especialmente a las de menor dimensión; sensibilizar sobre la importancia estratégica de la internacionalización y acompañar en los procesos de salida al exterior; favorecer el aumento del tamaño de la empresa e impulsar procesos de agrupación; implementar programas de formación específicos para estudiantes y profesionales en el ámbito de la internacionalización para mejorar el capital humano; facilitar la atracción de talento, mejorar los instrumentos financieros de apoyo a las empresas en materia de internacionalización; potenciar la cooperación tecnológica exterior; aumentar la participación de nuestras empresas en contratos de licitaciones internacionales, etc.
Pero no puede perderse de vista que, por encima de todo, hemos de mejorar los estándares competitivos de nuestra economía y de nuestras empresas. La mejora de la competitividad territorial y empresarial es la causa y no la consecuencia de una internacionalización sólida. En lugar de centrarnos en la internacionalización de las empresas per se (o exclusivamente), hemos de fomentar la mejora de los parámetros competitivos.
Con todo, lo anterior reclama al menos tres matizaciones de calado que deben ser interiorizadas en las estrategias que se vayan a implementar de cara a mejorar nuestra situación competitiva y promover la internacionalización. La primera tiene que ver con la delgada frontera que separa los procesos de apertura e internacionalización de situaciones que lo que realmente delatan es una alta dependencia del exterior. Dependiendo de cómo se articule la integración de una economía en los mercados internacionales, el sector exterior puede ser un catalizador de la diversificación y traccionar sobre el resto del tejido productivo local, o, por el contrario, suponer un obstáculo a la aparición y consolidación de nuevas actividades, condenando a un creciente grado de dependencia de los mercados exteriores. La segunda matización importante que debemos realizar tiene que ver con el hecho de que los procesos de apertura e internacionalización no garantizan la obtención de beneficios económicos perdurables en el tiempo, y mucho menos un impacto favorable sobre el desarrollo. Una vez más, la intensidad de este conector depende de manera crucial de la forma en que se module la estrategia de internacionalización, y de que esta se inserte de manera correcta en otra más amplia de impulso de la competitividad territorial y empresarial. Así, por ejemplo, los flujos de entrada de inversión extranjera directa no reportan beneficios automáticamente a la sociedad receptora, lo que demanda de políticas activas (y selectivas) de atracción, determinar con claridad qué se espera de la recepción de este tipo de inversión, qué papel desempeña en el marco más genérico de la estrategia de desarrollo de la región: la Agenda Canaria de Desarrollo Sostenible 2030. Llegamos así a la tercera matización o idea importante de cara a mejorar la situación competitiva de la economía de Canarias y de sus empresas, y promover su internacionalización, a saber: que en el contexto actual las estrategias de internacionalización no se pueden seguir concibiendo sin la consideración explícita de los ODS, del desarrollo sostenible, y la responsabilidad social y sostenibilidad empresarial. Hemos de potenciar, por lo tanto, el carácter transversal de la sostenibilidad como vector de competitividad e innovación en el proceso de internacionalización de la economía canaria, incorporando entre sus objetivos el hacer de la sostenibilidad un elemento clave en las estrategias de desarrollo de negocio de las empresas canarias y de aquellas que deseen posicionarse en nuestro mercado.
Tal y como apuntan (Cerdán et al., 2020), la sostenibilidad es un factor de diferenciación estratégico y clave para la supervivencia en mercados maduros, caracterizados por su estabilidad y relativa saturación. “Excepto para soluciones y tecnologías realmente disruptivas, las empresas no pueden esperar grandes crecimientos en volumen de negocio en este tipo de mercados. El éxito empresarial en mercados desarrollados está cada vez más directamente ligado a la manera que tienen las empresas de relacionarse con sus grupos de interés y de asumir responsabilidades con la sociedad y con el entorno, incorporando la sostenibilidad a la estrategia de negocio” (Cerdán et al., 2020, pág. 48). La sostenibilidad también aparece de manera creciente como un factor estratégico clave para entrar en mercados emergentes. “Es precisamente en estos mercados donde los retos del desarrollo son mayores y donde la integración de la sostenibilidad en los procesos de internacionalización de las empresas, asumiendo una responsabilidad con el entorno, se puede convertir en un factor clave para el éxito” (Cerdán et al., 2020, pág. 49).
Otra oportunidad de negocio asociada a la sostenibilidad aparece en los mercados de bajos recursos (población que vive con unos ingresos inferiores a los tres mil dólares anuales, ajustados por la paridad de poder de compra), que representa aproximadamente al 70% de la población mundial y que tienen numerosas necesidades aún insatisfechas y que deben ser cubiertas. Se trata, sin duda, de mercados complejos, con características muy específicas que deben ser integradas en la formulación de estrategias de entrada. “En este sentido, una excelente manera de emprender negocios en este tipo de mercados es a través de los llamados negocios inclusivos, concepto bajo el que se conoce a aquellas actividades que integran en su cadena de valor a comunidades de bajos ingresos u otros grupos expuestos a algún tipo de vulnerabilidad, como clientes, proveedores, distribuidores o empleados, que logran ser rentables y a su vez, generan un impacto social que mejora las condiciones de vida de las personas implicadas (Cerdán et al., 2020, pág. 52).
En síntesis, una economía como la canaria, por sus características, no puede plantearse renunciar a la apertura y la internacionalización. Lo novedoso en el contexto actual es que esa internacionalización debe mirar a los ODS, a la sostenibilidad. Estas cuestiones deben estar presentes en nuestra estrategia de internacionalización y de nuestras empresas, y deben incardinarse en otra más amplia que procure impulsar la competitividad territorial y empresarial sostenible.
La sostenibilidad económica debe venir marcada por la transición hacia una economía verde, que permita la conservación y recuperación de los ecosistemas naturales de Canarias.
Una de las megatendencias de mayor calado a la que se enfrenta Canarias y que transformará radicalmente nuestro sistema productivo es la transición ecológica. Resulta muy difícil exagerar la importancia que reviste para las islas abordar de manera decidida este reto.
Pero transitar hacia una economía baja en carbono y eficiente en el uso de recursos no solo supone un desafío inmenso, sino que también nos abre numerosas oportunidades. Además, si somos exitosos en el avance del proceso de descarbonización y en el impulso de la economía circular, lograremos reducciones significativas en nuestra dependencia exterior y en la factura importadora de combustibles fósiles, lograremos precios más asequibles para la electricidad y ahorros significativos gracias a un uso más racional de los recursos. Los beneficios para hogares y empresas serán evidentes, con mejoras sustanciales en nuestros estándares de productividad y competitividad.
En este sentido, desde las instituciones públicas se debe apoyar aquellos proyectos o iniciativas que fomenten el uso de medios de producción y consumo sostenibles, que reduzcan tanto el consumo de energía y materiales, como la producción de residuos. En este sentido, el tejido productivo de Canarias y la sociedad en su conjunto deberán ajustar sus procesos productivos, alineándolos con los principios de nuevos modos de producción y consumo como la Economía Circular o la Economía Azul. En la misma línea, con el fin de reducir las emisiones de efecto invernadero, será fundamental apostar por el ahorro y la eficiencia energética, así como por la expansión de las energías renovables dentro del mix energético de Canarias, procurando la descarbonización en todos los sectores, especialmente de los sistemas de transporte, generación eléctrica, producción industrial en el ciclo del agua, etc., e incentivando la absorción de carbono a través de sumideros naturales.
En todo caso, cabe destacar que la transición ecológica supondrá una oportunidad para la expansión de nuevas actividades económicas y el desarrollo de los denominados como “empleos verdes”. Esta modalidad de empleo se puede generar en ámbitos como la elaboración de productos ambientales (entre los que se incluye la producción ecológica, de proximidad o kilómetro 0), así como la realización de procesos ambientales en la empresa o en sectores no relacionados con el medioambiente pero que están motivados por la ecologización (Poschen, 2017). Es recomendable la creación de bancos de ideas de negocios ambientales sostenibles y de oficinas de orientación al emprendimiento sostenible.
Para facilitar la transición hacia un modelo de producción y consumo sostenible es fundamental cuantificar y visibilizar el impacto social y medioambiental de las iniciativas y actividades económicas, incentivando aquellas con mejor balance y corrigiendo las que no lo tienen, mediante un conjunto de medidas fiscales y financieras. Esta medición del impacto es algo que debe ir siendo incorporado en la contabilidad integrada de las entidades públicas y privadas, para plantear medidas de contribución al desarrollo efectivas, alineadas a un mismo propósito y congruentes con los nuevos retos y teniendo en cuenta el contexto socioeconómico real en el que se desenvuelven los distintos agentes.
Las infraestructuras y los servicios que aquellas dispensan son una pieza central, clave, de cara a que los gobiernos sean capaces de impulsar de manera efectiva el desarrollo sostenible de sus territorios. Condicionan la sostenibilidad de nuestras ciudades y pueblos, la calidad de nuestro día a día y el bienestar futuro. Tal y como señala la OCDE (OCDE, 2020a), la infraestructura sostenible y de calidad juega un papel crucial en la sociedad y la economía. Es indispensable para lograr condiciones económicas, sociales y ambientales mejores y más inclusivas, y para apoyar el crecimiento mediante la ampliación del acceso a servicios vitales y la mejora de las oportunidades económicas para todos. De manera similar se ha pronunciado el foro internacional del G20 (G20, 2019), señalando que la inversión en infraestructuras de calidad contribuye a maximizar el impacto positivo de las infraestructuras sobre el crecimiento y el desarrollo sostenibles, aumentando la eficiencia económica, integrando consideraciones ambientales y sociales, contribuyendo a la mejora de la resiliencia frente a desastres naturales y fortaleciendo la gobernanza de las infraestructuras.
El desafío de brindar servicios de infraestructura sostenibles y resilientes es complejo y va mucho más allá de los bloques, el cemento y el hormigón para abarcar, entre otros aspectos, una adecuada planificación y el diseño de buenas políticas, procesos de adquisición y compra eficientes, una regulación inteligente, mecanismos de gobernanza transparentes y disponibilidad de financiación adecuada (Banco Mundial, s.f.).
Por lo tanto, los gobiernos municipales, insulares y autonómico debemos trabajar juntos para garantizar, en alianza con los inversores, que los proyectos de inversión y desarrollo de infraestructuras estén bien dimensionados y alineados con los principios de la sostenibilidad y la resiliencia, y que contribuyan de manera efectiva a la consecución de los ODS.
Si Canarias quiere ser realmente un territorio (y destino) líder en sostenibilidad, si deseamos desplegar una verdadera estrategia de competitividad territorial sostenible para nuestro archipiélago, los distintos niveles del Gobierno de la CAC, así como los inversores privados que operan en su territorio, han de tener en cuenta los factores de sostenibilidad y el cumplimiento de los ODS al configurar sus estrategias generales de infraestructura y sus procesos concretos de adquisición y diseño de proyectos de infraestructura. Debe procurarse un compromiso firme, explícito y permanente por parte de inversores y autoridades públicas con los ODS y los principios de la sostenibilidad y la resiliencia. Compromisos que deben explicitarse e ir acompañados de mecanismos de control adecuados que aseguren su cumplimiento.
Los gobiernos municipales, insulares y autonómico se comprometen a incluir los ODS como un marco explícito para la planificación de sus infraestructuras, al objeto de garantizar que estos proyectos de inversión fomentan la sostenibilidad sobre la base de objetivos claros y consensuados a nivel internacional, lo que permitirá cuantificar e informar sobre los progresos en sostenibilidad de una manera más clara y coherente. Además, de esta forma se estará enviando una señal inequívoca a los inversores sobre la relevancia de integrar los ODS en los procesos de inversión que deseen acometerse en Canarias.
Fomentar la competitividad empresarial descansa de manera crucial en la promoción de los estándares de productividad y eficiencia con los que operan las empresas. El crecimiento de la productividad, a su vez, se desencadena por la combinación de atributos muy precisos en relación con la innovación, las finanzas, los recursos humanos, la gestión y la estructura de propiedad.
Las actitudes y características de las empresas no son inmutables, sino que vienen determinadas, al menos en parte, por las políticas que se apliquen y el marco institucional resultante. Por lo tanto, la promoción del crecimiento de la productividad y la competitividad debería ir más allá de la lógica de la mera compensación (subsidios), centrándose en cambio en los aspectos institucionales específicos que hacen que las empresas se inclinen a adquirir el conjunto de características “correctas” (Altomonte et al., 2012).
Las empresas son, además, agentes clave para la consecución de los ODS y de cara a la pretendida transformación del modelo de desarrollo de Canarias. Al mismo tiempo, el sector privado empresarial puede beneficiarse de la incorporación de los ODS: reducción de riesgos legales asociados a la eclosión de legislación en materia de información no financiera en todo el mundo; mejora de la imagen de marca, obtención de ventajas reputacionales y refuerzo de la confianza por parte de la sociedad; ahorro de costes; aumento de la satisfacción de los empleados y mejor posicionamiento para la atracción de talento; impulso de la innovación; etc.
No en vano, “el concepto de competitividad ha evolucionado a lo largo de los años. La definición estándar de competitividad basada en productividad y cuota de mercados se ha ampliado, de modo que ahora incluye elementos como la prosperidad social, la inclusión, y la calidad del medioambiente (…). De hecho, el Foro Económico Mundial define la competitividad sostenible como aquellos factores que garantizan la productividad en el largo plazo mientras se asegura la sostenibilidad social y ambiental” (García Navarro & Granda Revilla, 2020, pág. 75).
Por esta razón, aspectos como la sensibilización, la formación y la capacitación en materia de sostenibilidad, el apoyo a actividades productivas que contemplen criterios sociales y medioambientales, el fomento de la financiación sostenible, o la apuesta por la innovación, habrán de ser impulsados desde los distintos ámbitos de las AA.PP., en alianza con el sector empresarial y el resto de actores territoriales, y todo ello bajo el marco de la contribución a los ODS y a las metas de la ACDS 2030.
De esta manera, se fomentará la responsabilidad social y sostenibilidad corporativa para que las empresas sean capaces de integrar en su gestión las diferentes dimensiones de la sostenibilidad (económica, social y ambiental), en vías de responder a las necesidades y demandas que surgen de sus diferentes grupos de interés (stakeholders). Sin embargo, el compromiso empresarial con los principios de buen gobierno no solo instituye un marco estratégico para reforzar las interacciones con sus actores internos y externos a los que rinde cuentas de manera directa, sino que deberá impulsarse también la creación de valor compartido. El principio de valor compartido involucra como ejes centrales en la definición de la estrategia de negocio tanto la creación de valor económico como la aportación de valor a la sociedad (Porter & Kramer, 2011). Se promoverá que las empresas identifiquen sus grupos de interés para, así, tener en cuenta en el diseño de su plan de negocio sus valores, expectativas y necesidades (Fernández, Fernández & Sanjuán, 2012). En esta línea, han surgido diversos programas internacionales para promover la responsabilidad de las empresas con la sostenibilidad. En concreto, el Pacto Mundial de las Naciones Unidas surge con el fin de impulsar “la implementación de Diez Principios universales para fomentar el desarrollo sostenible en las áreas de derechos humanos, normas laborales, medioambiente y lucha contra la corrupción” (Pacto Mundial Red Española, 2017). Asimismo, la promoción de la conciliación de los intereses empresariales con los valores y demandas sociales también se concreta en el Libro Verde: Fomentar un marco europeo para la responsabilidad social de las empresas, el cual recalca la importancia de aumentar tanto la transparencia como la calidad informativa en materia de desarrollo sostenible por parte de las empresas para rendir cuentas de su actividad a las partes interesadas (Comité Económico y Social Europeo, 2002).
En este sentido, como afirma Adela Cortina “en la ética de los negocios y las organizaciones los marcos éticos sin herramientas para integrarlos en la vida cotidiana están vacíos, y las herramientas sin marcos están ciegas. Fundamentación y aplicación ética son elementos fundamentales”. Por ello, aunque la comunicación periódica de las empresas con sus grupos de interés es muy relevante, también es necesario que implementen herramientas que faciliten la elaboración de informes eficaces que: apoyen el proceso de toma de decisiones vinculadas a la sostenibilidad a todos los niveles en la organización, permitan dar forma a la estrategia de negocio, sirvan como guía para la innovación, fomenten la creación de valor y faciliten la atracción de inversión (Pacto Mundial Red Española, 2019).
Recientemente, el Parlamento Europeo ha subrayado la necesidad de contar con directrices europeas que normalicen y simplifiquen el marco de elaboración de información no financiera para consolidar y hacer vinculante la debida diligencia empresarial en materia de derechos humanos, medio ambiente y buena gobernanza (Parlamento Europeo, 2021). Siguiendo estas orientaciones, se impulsará la adhesión a aquellas iniciativas nacionales e internacionales basadas en el compromiso con ODS concretos o en el establecimiento de compromisos cuantificables por parte de las empresas, por ejemplo: Memoria de Sostenibilidad siguiendo los estándares del GRI, Informe de Progreso del Pacto Mundial (Global Compact), Norma Internacional SA8000 (Social Accountability International), Índices ecológicos de Gestión (ECOGESTION) de la OCDE, European Corporate Governance Service, Science Based Target, SDG Ambition, Target Gender Equality o el Climate Ambition Accelerator.
De igual forma, se fomentará la colaboración y se constituirán espacios de diálogo sectoriales para buscar soluciones conjuntas a retos comunes. Además, y tal como señala Red Española de Pacto Mundial (2021), se potenciará el trabajo sectorial para acordar medidas y compromisos que puedan servir de orientación a las empresas, pues “cada sector cuenta con un amplio potencial de impacto sobre determinados Objetivos y metas de la Agenda 2030” (Red Española de Pacto Mundial, 2021, pág. 9). No obstante, “para que estos potenciales impactos se materialicen con éxito son necesarias ciertas condiciones. La principal es que las empresas de un mismo sector cuenten con una visión compartida sobre cómo abordar los retos que plantean los ODS y por tanto sobre cómo propiciar una transformación sostenible en sus propias organizaciones y en el conjunto del sector” (Red Española de Pacto Mundial, 2021, pág. 9).
Además, de cara a aprovechar todo el potencial de las empresas como verdaderos agentes del cambio, resulta imperativo promover, defender y dar visibilidad a la mujer empresaria, impulsar el desarrollo pleno de la mujer como empresaria, profesional liberal o directiva, y estimular y apoyar a la mujer emprendedora (ASEME, s.f.).
Se deberá trabajar, por último, en el establecimiento de indicadores cuantitativos y cualitativos para evaluar los logros conseguidos y la contribución a los ODS y metas canarias, su rendimiento y avances en la consecución de la ACDS 2030.
Se implementarán distintas acciones y medidas por parte de la Administración pública para apoyar la creación y expansión de empresas y/o entidades de economía social y del tercer sector. El modelo empresarial de estas organizaciones, definido por su carácter sostenible, integrador y generador de empleo de calidad, se alinea claramente con los valores y objetivos de la Agenda 2030. En este sentido, las empresas de economía social destacan por la priorización de las personas en su funcionamiento, así como por la distribución equitativa de los beneficios y su reinversión en el fin social de la empresa.
En consonancia, entre otras acciones, se deberá apoyar a quienes emprendan en el diseño y gestión de sus proyectos o el fomento del cooperativismo de plataforma como medio emergente para el emprendimiento online.
De igual forma, se prestará especial atención a la inclusión de cláusulas sociales y ambientales en la contratación pública, y se incrementará el porcentaje de contratos reservados a las Empresas de Inserción y Centros Especiales de Empleo, dando el necesario cumplimiento a la legislación de contratos del sector público.
En la misma línea, desde las Administraciones públicas se deberá promocionar el desarrollo de proyectos relacionados con las “nuevas economías”. La característica común de estos modelos es que constituyen una propuesta de modificación del marco de relaciones entre los agentes económicos, a partir de la cual se avanzaría hacia una economía al servicio de las personas y respetuosa con los límites del planeta. Entre estas “nuevas economías” destacan: la economía colaborativa, la economía del bien común, la economía de los cuidados, la banca ética, la economía circular, la economía azul, la economía naranja, etc.
Nos marcamos como una tarea prioritaria respaldar estos modelos innovadores que entendemos como una oportunidad para la consecución de los objetivos y metas del desarrollo sostenible, para liderar el impulso de una agenda que aúne los conceptos de prosperidad económica, protección social de calidad y sostenibilidad medioambiental.
Los distintos niveles de la Administración pública tendrán en cuenta la importancia de las nuevas economías o economías transformadoras, así como los emprendimientos vinculados a la economía de impacto en sus distintas políticas aceleradoras para hacer frente común a los retos que son cruciales para el desarrollo sostenible, teniendo en cuenta los dictámenes del Comité Económico y Social Europeo (CESE) y como nuevos conceptos revitalizadores de la economía social que ayudarán a acelerar el proceso de recuperación económica y de transformación hacia un modo de hacer economía sostenible.
En este sentido, resulta crucial que desde las Administraciones públicas canarias se adopten decisiones estratégicas y políticas vinculadas a la compra responsable pública en materia de compra ética y social, a la vez que se reconocen los estándares promovidos desde las economías transformadoras e incorporándolos en guías, manuales, planes de formación y convocatorias de ayudas y subvenciones dirigidas a financiar la implementación en las pymes y microempresas canarias de estas certificaciones de medición de triple balance social, económico y ambiental.
Reto Región 6: Lucha contra el desempleo, la precariedad e inestabilidad del mercado laboral canario
Política Aceleradora 6: Fomentar el empleo decente y mejorar la formación y la recualificación de la población trabajadora
Las políticas de empleo de los diferentes niveles de la Administración canaria deberán enfocarse en la reducción de las altas tasas de desempleo crónicas características del mercado laboral de las islas. Para el logro de este objetivo, se tendrá que potenciar y asegurar la creación de empleo estable y decente, abordando tanto la precariedad como la dualidad del mercado laboral de las islas. En este sentido, se fomentará y apoyará la contratación indefinida a tiempo completo de las personas trabajadoras y el emprendimiento respecto a otras modalidades contractuales, con especial énfasis en el emprendimiento social. De igual forma, se mejorará el atractivo del empleo autónomo17 y se reforzará la inspección laboral en el marco de las competencias autonómicas, para asegurar que el empleo creado y por crear sea de suficiente calidad.
Las políticas de empleo deberán centrarse igualmente mediante intervenciones específicas en promover la contratación de aquellos colectivos especialmente afectados por el desempleo y la precariedad, y en situación de exclusión social o en riesgo de padecerla, como las personas jóvenes, mujeres, personas paradas de larga duración, personas con discapacidad, población migrante o del ámbito rural. En este aspecto, será fundamental cerrar la brecha de género en el mercado laboral, tanto en lo relativo a las diferencias en retribución salarial como a las posibilidades de desarrollo de la carrera profesional.
Se continuará promoviendo la creación de entornos de trabajo seguros y saludables como potenciador de la salud de las personas y de su bienestar, así como de la productividad. Sin personas sanas y saludables no será posible mejorar los estándares de productividad con los que operan las empresas. El bienestar es sinónimo de seguridad y salud, y supone trabajar en las organizaciones, en su desarrollo organizacional. En la mejora de las condiciones y del entorno laboral, se potenciará la negociación colectiva y el diálogo social, así como la participación activa de las personas trabajadoras en el funcionamiento de las empresas. En esta línea, se debe asegurar la conciliación de la vida laboral y personal, garantizando el derecho a la desconexión y la correcta gestión del tiempo de trabajo.
Adicionalmente, las políticas de empleo que se implementen deben partir del reconocimiento de que el empleo, además de un mecanismo para la generación de ingresos, también es un elemento fundamental de la vida, las relaciones y la identidad de las personas, por lo que el apoyo para conseguirlo debe ser personalizado (adaptado a los perfiles de personas), holístico (que contemple todos los aspectos necesarios para la mejora de la empleabilidad integrando itinerarios que respondan a sus necesidades) y continuado en el tiempo (que acompañe a las personas a lo largo de su vida profesional y que se adapte a los momentos contextuales económicos que los rodean). Por ello, nuestra actuación en materia de empleo debe adaptarse y considerar el derecho al empleo y al apoyo para obtenerlo, como un derecho subjetivo de las personas. Además, no se debe olvidar que el empleo surge de la interacción del tejido productivo con estas personas, por lo que es fundamental adaptar y conectar todos estos servicios con las necesidades de las empresas y trabajar de manera coordinada para que las políticas activas de empleo funcionen y se adapten lo más rápido posible a estas necesidades.
Por último, se deberán incrementar las sanciones y las indemnizaciones de finalización de contratos por el uso de contratos temporales fraudulentos para desincentivar el recurso a la temporalidad, a la vez que se mejoran los recursos de inspección para reducir la temporalidad no justificada, la precariedad y la economía sumergida.
Megatendencias como la descarbonización, la transición hacia una economía circular y la digitalización llevan aparejadas grandes transformaciones en el tejido productivo. Tendencias globales ineludibles que se verán aceleradas en la era post-COVID, y que implican modificaciones sustanciales en la forma en que se desarrollan determinadas actividades, e incluso la reasignación de recursos entre sectores y ramas de actividad.
Nuestra capacidad para adaptarnos, cuando no adelantarnos, a estas transformaciones va a condicionar de manera notable el nivel de desarrollo y los estándares de prosperidad de los que disfrutará nuestra sociedad en el futuro inmediato. Y esta capacidad adaptativa-innovadora descansa de forma determinante en la calidad de nuestro capital humano.
Las deficiencias de capital humano de Canarias son de sobra conocidas y, tal y como se expuso antes, en buena parte provienen de las flaquezas de nuestro sistema educativo, especialmente en los niveles previos a la secundaria postobligatoria. En este sentido, urge reducir la alta proporción de población que no supera la educación secundaria obligatoria, así como mejorar los procesos de aprendizaje y adquisición de competencias básicas (como la comprensión lectora o la habilidad matemática), claves (como el conocimiento de idiomas extranjeros o las habilidades digitales) y transversales (como el pensamiento crítico o la creatividad).
Las deficiencias de nuestro sistema educativo terminan por enraizar en la población activa y explican gran parte de las carencias del capital humano que atesora nuestra población activa, limitando su empleabilidad y aspiraciones profesionales, así como la productividad y el potencial de crecimiento de nuestra economía.
Urge, por tanto, que el sistema educativo canario sea capaz de corregir cuanto antes estas debilidades. Si queremos evitar quedar aún más rezagados en materia de capital humano, tendremos que mejorar significativamente nuestros resultados educativos tanto en términos de cobertura como de aprendizaje.
Otro ámbito de actuación prioritario es el de la recualificación de la población trabajadora, atender el desafío de la formación a lo largo de toda la vida. La velocidad de los cambios que enfrentan las empresas y los procesos productivos han acelerado la obsolescencia competencial, obligando a las personas trabajadoras (y empleadoras) a una recualificación constante, cuando no a un verdadero reciclaje profesional. Una exigencia que se verá acrecentada por la irrupción de la digitalización y la transición ecológica, y que adquiere una especial importancia ante el creciente envejecimiento de las plantillas y la prolongación de la vida laboral.
La recualificación de la población adulta se convertirá, por tanto, en una pieza clave para la prosperidad de Canarias. En su impulso será fundamental generar un marco de incentivos apropiado que aliente la demanda formativa de la población trabajadora, y que la población empleadora impulse los procesos de reciclaje y actualización de las personas que integran las plantillas de sus empresas y organizaciones. Además, será preciso abandonar enfoques anticuados centrados en la frecuencia y número de acciones formativas, y pasar a otros más centrados en las competencias que efectivamente aportan aquellas a la población trabajadora. A tal fin, será necesario contar con observatorios o unidades especializadas de prospectiva del empleo y tendencias ocupacionales, que permitan la correcta identificación (y promoción) de nuevos yacimientos de empleo, así como de competencias, tareas y actividades emergentes que reclaman políticas de formación específicas.
De lo anterior se desprende la necesidad de modernizar y adaptar las Políticas Activas de Empleo, mejorando su alineación con la estructura productiva de Canarias y su coordinación con otras políticas que incrementen su eficiencia. Estas actuaciones deberán aumentar la empleabilidad de las personas y atender los requerimientos en materia de empleo y formación de las empresas y de las transformaciones en ciernes.
Otra tarea prioritaria consiste en mejorar la eficacia de los servicios públicos de empleo, procurando resolver o al menos aliviar la histórica infradotación de recursos, propiciar un salto en el uso de las nuevas tecnologías en los procesos de búsqueda y cobertura de vacantes, mejorar la coordinación con las distintas entidades colaboradoras, mejorar los mecanismos de seguimiento, control y evaluación, así como la capacidad de nuestras instituciones laborales para recualificar, orientar y ayudar a las personas que buscan empleo, con especial foco en la inserción de mujeres, jóvenes y parados de larga duración.
De igual forma deberá crearse un sistema de evaluación y monitorización de las políticas activas eficaz mediante una sistematización de toda la información y la inclusión de criterios clave como el éxito de inserción laboral o la calidad del empleo conseguido. Los datos de este sistema deberán compartirse (debidamente anonimizados) con la comunidad investigadora y académica, para que esta pueda contribuir también a la supervisión y mejora de las políticas públicas.
Una tercera tarea que debe acometerse consiste en la consolidación de la Formación Profesional como una de las principales vías de formación y recualificación de nuestra población. Habrá que adecuar las ofertas formativas para que se adapten mejor a las necesidades presentes y futuras, impulsar el desarrollo de cursos de Formación Profesional en línea (online) o semipresenciales(blended), mejorar los mecanismos de orientación profesional y vocacional, y estimular el desarrollo de proyectos de Formación Profesional dual (Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia Gobierno de España, 2021, pág. 159).
La sociedad en su conjunto paga un alto precio cuando nuestras políticas y programas de desarrollo no reconocen las necesidades particulares y aspiraciones de la juventud. Por ejemplo, la falta de oportunidades laborales y la alta incidencia de la precariedad laboral aboca a muchas personas jóvenes a quedar atrapadas en el desempleo o en empleos precarios.
Una infrautilización de recursos y talento que no sólo supone una pérdida de potencial de crecimiento, sino que además siembra las bases para una mayor incidencia de la pobreza en el futuro, no sólo de las personas hoy jóvenes, sino, además, de sus familias.
La ausencia de oportunidades laborales, las dificultades de encontrar un empleo decente abren la puerta a su vez a que un elevado número de jóvenes opte por abrirse camino, sin desearlo, fuera de Canarias. Una fuga de cerebros y de talento con un alto coste personal y social.
Para conseguir los objetivos de mejora de la empleabilidad y del emprendimiento de las personas jóvenes, y en línea con lo establecido en el Plan de Garantía Juvenil Plus 2021-2027 de trabajo digno para personas jóvenes, se articularán medidas orientadas a mejorar los servicios de orientación y procurar un seguimiento personalizado de las usuarias y usuarios en todas las actuaciones de apoyo; la formación dirigida a la adquisición de competencias y la mejora de la experiencia profesional teniendo en cuenta las necesidades de transformación pretendidas de nuestro modelo productivo, con especial énfasis en la sostenibilidad como vector central del cambio, y en las tendencias en ciernes, como la digitalización, la transición ecológica, la economía circular, la economía azul, la economía creativa y el envejecimiento de la población; la mejora de las oportunidades de empleo a través de incentivos dirigidos, especialmente a las personas que necesiten una especial consideración; la igualdad de oportunidades; el emprendimiento y fomento de la iniciativa empresarial y la mejora de la gestión.
En paralelo, Canarias, sus empresas y organizaciones, tanto públicas como privadas, deben otorgar un papel destacado a la generación, atracción, retención y uso adecuado del talento. “El talento constituye el ingrediente fundamental en la fórmula que debe contribuir a resolver de otra manera los problemas tradicionales y también los post-COVID- 19 que afectan a la sociedad” (Mas et al., 2021, pág. 8).
Desde hace varios decenios se viene insistiendo que el talento incorporado en las personas es un ingrediente fundamental para el éxito económico. En efecto, existe una correlación muy estrecha entre los indicadores de talento disponibles y el nivel de renta por habitante. Una correlación positiva, que también se da con claridad entre las distintas Comunidades Autónomas españolas, y que sugiere la existencia de una suerte de círculo virtuoso entre aquellas regiones que mejores estrategias desarrollan: los mayores niveles de renta per cápita permiten a las esas regiones crecer en talento (facilitar, atraer, ampliar, retener y utilizar el talento), y, a la vez, la mayor capacidad de atraer, retener y utilizar talento les ofrece un plus de crecimiento (basado en la inversión sostenible en I+D+i, TIC, educación, etc.) que se traduce en mayores niveles de renta por habitante. Pero la interpretación en sentido inverso, que abre la posibilidad a la existencia también de círculos viciosos, parece igualmente verosímil. De esta forma, “la comunidad autónoma atrapada en una situación desfavorable de partida no podría abandonar su retraso relativo inicial, y sufriría una fuga de talento hacia las regiones o países capaces de atraer los mejores recursos, personas y empresas a su territorio, en el que gozan de ventajas comparativas” (Mas et al., 2021, pág. 74).
Invertir en talento, en capacidad para generarlo, atraerlo, retenerlo y utilizarlo no sólo es un factor clave del crecimiento económico sustentable en el tiempo. La irrupción del paradigma de la sostenibilidad y la necesidad imperiosa de hacer frente a numerosos retos emergentes reclama de un gran esfuerzo innovador, difícil de acometer si no se atesora el stock de talento necesario. El talento “nutre de inteligencia, capacidad y creatividad a las empresas e instituciones que las emplean”, y tras la irrupción de pandemia de la COVID-19 y sus consecuencias resulta “todavía más imprescindible en la tarea de adaptar, transformar, reinventar y descubrir las fortalezas de las que depende el futuro de la sociedad” (Mas et al., 2021, pág. 7).
Reto Región 7: Afrontar los retos demográficos y territoriales de Canarias
Política Aceleradora 7: Lograr la cohesión territorial y promover asentamientos humanos inclusivos, seguros, resilientes, inteligentes y ambientalmente sostenibles
De aquí a 2030 se deberán aplicar las medidas necesarias para promover la sostenibilidad, inclusividad, digitalización y prosperidad de los distintos núcleos poblacionales de las islas, con independencia de su carácter urbano o rural. Para ello, los tres niveles de la Administración pública en Canarias (gobierno regional, cabildos y municipios) diseñarán sus correspondientes ejercicios de planificación estratégica territorial en línea con la ACDS 2030 y la Agenda Urbana Española y en función de su ámbito competencial. En este sentido, las actuaciones públicas deben posibilitar que los asentamientos humanos se adapten a los cambios tecnológicos y demográficos previstos durante las próximas décadas, así como a la transición ecológica.
Las políticas climáticas de generación de zonas de bajas emisiones, las políticas de economía circular que tiendan a la contaminación cero y las políticas de biodiversidad urbana, complementadas con el enfoque específico hacia la ciudad turística, constituirán los ejes esenciales de la Agenda Urbana Canaria.
En aquellas ciudades o núcleos urbanos en donde se prevé un importante crecimiento poblacional, la planificación y ordenación será un elemento fundamental a la hora de asegurar el acceso de las personas a viviendas adecuadas y a espacios públicos seguros, inclusivos y accesibles. En esta línea, se deberá poner en valor el modelo urbano compacto y de proximidad, desarrollar estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático, extender el acceso a zonas verdes, implementar medidas de eficiencia energética y uso de energías renovables en todas las infraestructuras, edificios públicos y residenciales, promover sistemas sostenibles de gestión del agua, reducir la generación y mejorar la gestión de residuos municipales, promocionar la alimentación de proximidad e integrar criterios específicos de salud y de calidad de vida en la planificación urbana, en línea con el concepto One Health.
Las políticas públicas impulsarán una movilidad, tanto interinsular como dentro de las islas y en los núcleos de población y sus entornos, asequible, accesible, inteligente y sostenible. En este aspecto, se llevará a cabo una mejora de la red de transporte público basada en la intermodalidad que permita una mayor cohesión del territorio y la reducción del consumo de energía de fuentes no renovables y la emisión de gases de efecto invernadero en los desplazamientos. Se desarrollarán Planes de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS), se implantarán zonas de emisiones bajas, se incentivará la movilidad activa y se optimizará la logística de reparto en el ámbito urbano.
Debemos ser capaces de aprovechar los avances tecnológicos y la revolución digital para diseñar ciudades más inteligentes, que mejoren la calidad de vida de las personas que residen en ellas y la experiencia de quienes las visiten; para mejorar el funcionamiento de nuestras ciudades, posibilitar la aparición de nuevos negocios y yacimientos de empleo, y facilitar el teletrabajo; para propiciar nuevas formas de consumo y de provisión de servicios, así como de gestión y gobierno que mejoren la participación ciudadana y faciliten la rendición de cuentas. La revolución tecnológica nos permitirá, por ejemplo, identificar puntos de pobreza y vulnerabilidad social, ajustar el tráfico y el transporte público en función de las necesidades de cada momento, y gestionar mejor el tratamiento de residuos y el abastecimiento de agua y energía (Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia Gobierno de España, 2021, pág. 259).
Por último, la planificación urbana procurará favorecer una mayor cohesión social, limitando los procesos de segregación socioespacial, reduciendo la vulnerabilidad y fomentando el sentido de pertenencia a la comunidad. La ciudad, su espacio público, es lugar de encuentro, convivencia, e integración social. Será preciso cuidar y potenciar espacios culturales, para la práctica deportiva y de ocio, siguiendo criterios de calidad, accesibilidad e inclusividad. Se deberá mejorar el diseño del espacio público y del mobiliario urbano, asegurando la accesibilidad universal y facilitando un uso diverso e intergeneracional.
Desde la Administración pública, se fomentarán los vínculos económicos, sociales y ambientales positivos entre las zonas urbanas, periurbanas y rurales. De igual forma, se tratarán de articular las relaciones entre las poblaciones urbanas y rurales, explorando las posibles vías de beneficio mutuo e integración de sus cadenas de valor sostenible.
Se impulsarán, además, iniciativas para dinamizar los municipios de carácter rural, potenciar su actividad económica y su acceso a servicios públicos de calidad, siendo el fin último de estas actuaciones revertir el despoblamiento de estos territorios y mejorar la calidad de vida de sus habitantes. La creación de empleo y oportunidades laborales -en especial para las cohortes de edad más jóvenes- en las zonas rurales será un factor clave para asegurar el relevo generacional. En este sentido, se potenciará tanto el desarrollo de nuevas actividades económicas como de aquellas tradicionales en cada área, aprovechando, entre otros factores, las oportunidades que ofrece la digitalización para promover la diversificación, la excelencia y en general el potencial existente de economías de alcance en el medio rural.
Por su relevancia en el ámbito rural, se prestará especial atención al sector primario, motivando una mejora de su competitividad y de las condiciones laborales y de vida de las personas que trabajan en él, con especial énfasis en el fomento de la agroecología, la biodiversidad cultivada, la economía circular y los productos de proximidad en el sector agrario, así como las potenciales sinergias con los servicios turísticos y de ocio.
Una vez más, la revolución digital deberá ponerse al servicio de la mejora de las condiciones de vida en las zonas rurales, facilitando el acceso a más y mejores oportunidades laborales (a través, por ejemplo, del teletrabajo y el potencial de atracción de nómadas digitales), de información y servicios (la digitalización del sector público ofrece la posibilidad de acercar sus servicios al conjunto de la población; la telemedicina permitirá atender a pacientes en el medio rural; el comercio electrónico acercará un número creciente de productos a estos entornos; la formación en línea (online) facilitará seguir a los residentes los mismos cursos que quienes viven en la ciudad) (Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia Gobierno de España, 2021, pág. 260).
El porcentaje de población cuya edad supera los 65 años se incrementará paulatinamente en las próximas décadas. Esto implicará una serie de desafíos a la hora de abordar las necesidades de este grupo de población, siendo un aspecto clave el desarrollo de estrategias de envejecimiento activo por parte de las Administraciones públicas, que permitan a estas personas disfrutar la vida con plenitud e independencia. El envejecimiento activo no solo abarca la salud física y mental de las personas de mayor edad, sino también su participación activa en la sociedad de acuerdo a sus necesidades y capacidades y acceso a una protección, seguridad y cuidados adecuados (OMS, 2002).
Esto implica la reconsideración del papel de las personas de mayor edad en la sociedad y la importancia de reconfigurar el marco local para que continúen siendo actores fundamentales de su devenir cotidiano.
Adecuar el espacio público es esencial para que se puedan seguir desenvolviendo con todas las garantías en su entorno más familiar y sea viable su participación en las cuestiones de trascendencia comunitaria. También cabe considerar un desarrollo más entroncado con su realidad socioterritorial de las instalaciones que deben acogerlas cuando ya no es viable la permanencia en sus hogares. La definición de proyectos comunitarios en clave intergeneracional asimismo parece trascendental para sumar este grupo humano a cada proyecto territorial.
El envejecimiento de las sociedades modernas ofrece otra lectura centrada en el conjunto de oportunidades derivadas del impacto económico y social de las actividades realizadas y demandadas por la población mayor de 55 años. Nos referimos a la economía plateada (silver economy), esto es, al conjunto de productos y servicios que las personas van a consumir por el hecho de ser mayores, sin menoscabar las oportunidades que ofrecen en relación con la experiencia adquirida.
Dimensión GOBERNANZA PÚBLICA
Reto Región 8: Afrontar las debilidades de nuestro marco institucional y las ineficiencias de diseño y funcionamiento de la Administración pública
Política Aceleradora 8: Transformar nuestra Administración pública, para hacerla más sencilla y eficiente, orientada al servicio de la sociedad canaria, y promover un marco institucional sólido, inclusivo, eficiente y eficaz que vele por el interés general y el desarrollo sostenible
A la hora de interiorizar en nuestra estrategia de desarrollo sostenible las particularidades de Canarias en el contexto autonómico nacional y en el europeo, desempeñan un papel fundamental tanto el desarrollo competencial que nos brinda el nuevo Estatuto de Autonomía de Canarias, como el margen de actuación que nos confiere nuestro especial Régimen Económico y Fiscal (REF).
El artículo 1 de la Ley Orgánica 1/2018, de 5 de noviembre, de reforma del Estatuto de Autonomía de Canarias, establece que “La Comunidad Autónoma de Canarias, a través de sus instituciones democráticas, asume como tarea suprema la defensa de los intereses canarios, y de su identidad cultural y de su patrimonio natural y biodiversidad; la solidaridad entre todos cuantos integran el pueblo canario; el desarrollo sostenible y equilibrado de las islas y su contribución a la cooperación y a la paz entre los pueblos, así como a un orden internacional justo, en el marco constitucional y estatutario”.
Más allá de que en dicho artículo se establezca explícitamente que uno de los objetivos que se persiguen es propiciar el desarrollo sostenible de las islas, lo que interesa subrayar aquí es que el progresivo avance del Estado de las Autonomías ha convertido a los gobiernos autonómicos (y locales) en agentes esenciales en el diseño, modulación e impulso de las estrategias y planes de desarrollo sostenible en sus respectivos territorios. Y este margen debería utilizarse para que los modelos de desarrollo que se implementen sean sostenibles e inclusivos, potenciadores de la competitividad territorial sostenible y facilitadores de la consecución de los ODS.
Canarias, como las restantes autonomías, ha ido asumiendo un número creciente de competencias, lo que ha derivado en una importancia igualmente creciente de los factores endógenos en la determinación de la senda de desarrollo de las Islas.
Son muchas las áreas sensibles en las que la Comunidad Autónoma puede incidir, y, a través de ellas, modular los resultados que se derivan de este tipo de actuaciones. El ejercicio y desarrollo de las competencias autonómicas deberán alinearse con el desarrollo sostenible, con el logro de los ODS y las metas canarias.
Por otro lado, no puede obviarse tampoco que la Constitución de 1978, en la disposición adicional tercera, recoge las particularidades institucionales de Canarias al reconocer el Régimen Económico y Fiscal (REF). A su vez, el derecho comunitario recoge en el Tratado de Ámsterdam (art. 299.2) el reconocimiento de las particularidades de las RUP, entre las que se encuentra Canarias. Un reconocimiento que implica que la Unión Europea adopta medidas específicas para la aplicación de las políticas comunes en estos territorios, y permite, además, a los Estados a los que pertenecen las RUP el despliegue de medidas destinadas al fomento del desarrollo económico y social de estas regiones.
La combinación de ambas facilidades ha permitido compatibilizar el REF canario con la integración comunitaria a través de un marco diferencial que descansa sobre (a) un régimen aduanero específico y (b) disposiciones económicas y fiscales excepcionales.
Tal y como se recoge en la letra c del artículo 1 de la Ley 19/1994, de 6 de julio, de modificación del Régimen Económico y Fiscal de Canarias (y que queda inalterado tras la Ley 8/2018, de 5 de noviembre, por la que se modifica la Ley 19/1994), entre los fines perseguidos por esta Ley figura “Desarrollar un conjunto estable de medidas económicas y fiscales encaminadas a promover el desarrollo y la cohesión económica, social y territorial de Canarias, velando en particular por la efectiva atención de las islas no capitalinas”.
Este especial reconocimiento y encaje de las particularidades de Canarias, y el consiguiente margen de actuación de cara a modular determinados elementos de nuestro marco institucional, revisten un gran valor. Bien articulados, pueden suponer un gran impulso del desarrollo sostenible de Canarias, de sus ocho islas y sus 88 municipios. El REF canario debe ponerse al servicio de los ODS y de las metas canarias.
El Gobierno Abierto es una cultura de gobernanza que promueve los principios de transparencia, integridad, evaluación de políticas públicas y rendición de cuentas y participación, con el objetivo de mejorar la calidad democrática y el crecimiento inclusivo (OCDE, 2017).
El fomento de la participación ciudadana es fundamental para que todoslos grupos, colectivos y personas a título individual puedan aportar sus opiniones sobre cuestiones y procesos que afecten al interés común, de manera que el diseño compartido, planificación y evaluación de políticas y servicios públicos sea una realidad.
Con enfoque territorial, la participación comunitaria derivará en la formulación de estrategias colectivas imprescindibles para la mejor orientación de los procesos de desarrollo en la escala local. Incorpora una visión más amplia e integrada de la realidad, sumando a todos sus protagonistas, organizados en las dimensiones política, técnica y ciudadana, más la esfera empresarial.
La integridad institucional debe velar por el respeto de los valores democráticos y el desarrollo sostenible de manera que en cada acción y decisión pública no haya duda alguna de que se respetan los valores democráticos y que los principios de desarrollo sostenible están siempre presentes.
Es fundamental la comunicación de los procesos y decisiones que se tomen por parte de las instituciones, justificando cada una de estas acciones. Es decir, una rendición de cuentas encaminada hacia la evaluación del grado de cumplimiento de los compromisos y actuaciones reflejadas en la hoja de ruta de acción política (programas electorales, planes estratégicos, etc.).
La Gobernanza pública debe encontrar la fórmula de entroncar con la realidad local, el espacio cotidiano de desenvolvimiento de las personas, estableciendo cauces de diálogo y relación efectiva con sus diversos protagonistas, sumándose al objetivo común de definir estrategias particulares de desarrollo con enfoque comunitario.
Ya el ODS 16 en su séptima meta apuesta por garantizar, en todos los niveles posibles, la adopción de decisiones inclusivas, participativas y representativas que respondan a las necesidades y aspiraciones de la comunidad, reconocidas previamente de manera conjunta, para construir respuestas colectivas tejidas de manera colaborativa.
La inclusión del Objetivo 16 en la Agenda 2030 representa asimismo un cambio fundamental en la comprensión y forma de abordar la promoción del desarrollo a escala global, en comparación con los ODM, pues se reconoce que no puede haber desarrollo sostenible sin paz, justicia e instituciones transparentes, eficaces y responsables que promuevan una participación efectiva de la ciudadanía.
Los procesos de participación comunitaria facilitan la definición conjunta de objetivos y el alineamiento del conjunto de la ciudadanía y sus organizaciones representativas con estrategias y planes de acción que ha inspirado, y/o en los que ha intervenido, siendo además corresponsable de su implementación y valoración.
La sostenibilidad general depende en gran medida de las acciones que se emprendan en la escala local, actuando de modo permanente con sus protagonistas, por lo que son fundamentales los enfoques que impregnen sus modelos y estrategias de desarrollo, siendo el comunitario el que asegura avanzar hacia una idea más compartida de la solidaridad, la corresponsabilidad y el bien común.
En el marco de la gobernanza pública los datos deben concebirse como un activo estratégico para la toma de las decisiones y el diseño y la transformación de los servicios públicos y la sociedad canaria. Un gobierno basado en datos supondrá, de un lado, la mejora en la gestión pública y, en otro sentido, contribuirá a orientar la diversificación económica, y propiciar la explotación de estos con fines científicos.
Este gobierno del dato precisa de un enfoque holístico, que posibilite coordinar los distintos elementos de la organización implicados en él, entre otros el personal, los procesos, sus normas y la tecnología.
Serán objetivos a perseguir: maximizar la gobernabilidad de los datos, asegurar que la información y los datos de la organización estén en condiciones de ser utilizados, compartidos y gestionados de manera fácil y eficiente; garantizar el acceso, favorecer la rendición de cuentas, la buena gobernanza y otorgar a la ciudadanía herramientas para ser colaborador necesario de nuevos servicios que generen valor social, económico y medioambiental y mejoren su calidad de vida.
Se deberán incluir todas las acciones, medidas y proyectos que permitan transitar de forma progresiva hacia una gestión pública inteligente fundamentada en la toma de decisiones apoyadas en datos. Para ello, es necesaria la implantación de un Modelo del Gobierno del dato y la creación del Comité Interdepartamental de Gobernanza de Datos, que se encargará de velar por la disponibilidad, y posterior tratamiento, de los datos de los diferentes registros administrativos que genere la CAC entre otras funciones vinculadas a los datos.
La evaluación de las políticas públicas es un eje fundamental para la mejora de la gestión y de la toma de decisiones tanto en las políticas que se evalúan como en las nuevas políticas que se elaboren. Permite, entre otros, un uso más eficiente de los recursos necesarios para poner en marcha dichas políticas y sirve de guía ante posibles correcciones en las políticas.
Es prioritario, además, avanzar en todas aquellas herramientas metodológicas que faciliten la rendición de cuentas y la evaluación de las políticas públicas: dirección por objetivos, presupuestación orientada a resultados, etc. Para ello, además, debe contarse con cuadros de indicadores como método de seguimiento y evaluación, mediante la aplicación de metodologías que permitan focalizar los esfuerzos y recursos hacia una alineación con las planificaciones estratégicas de cada AA.PP., para lo cual es indispensable una mejora de las fuentes estadísticas propias y de la gestión de los datos administrativos que vendrá determinada por el órgano de Gobernanza del dato y que deberá coordinarse desde el Comité Interdepartamental de Gobernanza de Datos.
Uno de los facilitadores del desarrollo sostenible planteados por la ONU en su Agenda 2030 es la gestión basada en resultados. Una invitación a modificar la forma en que tradicionalmente se ha venido diseñando e implementando la agenda de acción política. Un cambio que nos invita a transitar desde un lenguaje centrado en prescribir lo que hay que hacer (las tareas) a otro lenguaje que pone el acento en el cambio, en lo que hay que conseguir (los resultados que deben ser alcanzados). Supone, además, pasar de una cultura de recopilación de informes de cumplimiento (de las tareas que vienen marcadas) a una cultura de las evidencias y el aprendizaje continuo.
La gestión basada en resultados concede un papel destacado a la planificación estratégica. Pero va más allá, pues supone tener que medir y evaluar de forma permanente, extraer lecciones aprendidas e incorporarlas al proceso de planificación.
En este sentido, la Agenda 2030 de la ONU y su cristalización en Canarias a través de la ACDS 2030, suponen una invitación a las Administraciones públicas a avanzar hacia la cultura de la planificación y la implantación de sistemas normalizados de dirección por objetivos en pro de la eficacia de las políticas públicas, la eficiencia de la asignación de recursos públicos y la efectiva rendición de cuentas.
De igual forma, y en clave presupuestaria, actualmente está muy extendida la idea de que el presupuesto es una herramienta que debe orientarse a asegurar la realización de los objetivos finales de los programas presupuestarios y a proporcionar información sobre su cumplimiento, las desviaciones que pudieran haberse producido y sus causas. Se trata del presupuesto por objetivos o presupuesto orientado a resultados (POR), que busca evaluar los resultados, y que persigue los siguientes objetivos: mejorar el proceso de asignación de recursos; mejorar la eficiencia -obtener el máximo con los recursos disponibles-; reforzar la perspectiva a medio plazo; mejorar la transparencia y la rendición de cuentas; y, en definitiva, ahorrar recursos.
En esta línea, las Administraciones públicas canarias deberán superar la visión del presupuesto en términos de cuantía del gasto, y comenzar a interpretarlo en términos de productos y resultados, y, además, alinearlos con los ODS. La gestión orientada a resultados integra como componentes complementarios la planificación estratégica y el presupuesto. Mientras que los planes estratégicos señalan la orientación, el presupuesto facilita recursos para poder implementar los planes. Un programa de gobierno desligado del presupuesto no tiene sentido como tampoco lo tiene un presupuesto sin orientación estratégica.
Quizás sea esta prioridad uno de los factores clave que permita visualizar (o medir) la verdadera dimensión del avance en eficacia y eficiencia en la Gobernanza Pública en el futuro.
Una sociedad avanzada y democrática, que aspira a dar una respuesta eficaz y eficiente a los retos emergentes precisa de una Administración pública ágil y moderna. Para evitar que la Administración suponga un freno al desarrollo sostenible, es necesario repensar enfoques, estructuras y prácticas. “La modernización (o transformación de la AA. PP.) debería ser, simplemente, hacer las cosas mejor respecto de la situación anterior. (…) Realmente, modernizarse es el mejor sinónimo de adaptarse al estado del arte” (Pastor, 2019).
Los ODS deben ser vistos como una oportunidad para el cambio transformador de nuestra Administración pública. A tal fin, se impulsarán todas aquellas acciones que nos permitan continuar con el proceso de transformación de nuestra Administración pública, para conseguir una Administración más sencilla y eficiente, al servicio de la sociedad canaria. Un proceso de modernización que deberá atender simultáneamente las esferas de los recursos humanos, los procesos y la tecnología. Se han de incorporar nuevas formas de trabajo (así como la organización del mismo), enfocando la relación con la ciudadanía de manera diferente, situándoles como el centro de la labor administrativa.
Desde el punto de vista propositivo, se deberá partir de las Líneas de Actuación del Decreto 68/2015, del marco común para la innovación y mejora continua, sin olvidar el Real Decreto 203/2021, de 30 de marzo, por el que se aprueba el Reglamento de actuación y funcionamiento del sector público por medios electrónicos.
En este proceso de modernización de la Administración, además de institucionalizar la cultura de la evaluación de las políticas públicas y de rendición de cuentas, y completar la digitalización de las AA.PP., hemos de ser capaces de reducir la complejidad y el tiempo de respuesta en las gestiones y trámites burocráticos; ampliar el número, calidad y accesibilidad de las bases de datos públicas e incorporar el uso de nuevas tecnologías; adaptar los sistemas de acceso a la función pública; reforzar la formación del funcionariado para mejorar su capacitación digital y uso de las nuevas tecnologías, sus conocimientos de dirección y gestión de recursos humanos, y sus competencias en materia de planificación estratégica para el logro del desarrollo sostenible, y de seguimiento y evaluación interna de las políticas públicas; y promover la evaluación por desempeño de los empleados públicos (Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia Gobierno de España, 2021).
Se dará un impulso a la innovación pública como un eje estratégico de cara a obtener mejores servicios para la ciudadanía, mayor valor de lo público y del bienestar colectivo.
La innovación en la gestión pública como facilitadora de nuevos procesos procesos, servicios y métodos de prestación y gestión con el objetivo de generar valor social y satisfacer las necesidades reales de la ciudadanía.
Es decir, como la capacidad de generar nuevas ideas y gestionar el conocimiento, tanto interno como externo, y aplicarlo para lograr mejoras significativas para la organización, que se traduzcan en mejoras de las estructuras, de los procesos internos y para las personas de la organización, así como en mejoras en los servicios a la ciudadanía que creen valor público y bienestar colectivo, garantizando el acceso a la información en igualdad de condiciones mediante herramientas y aplicaciones accesibles.
La aprobación de la Agenda 2030 ha supuesto la revitalización del concepto de Coherencia de Políticas para el Desarrollo (CPD). Éste, al conjugarse con el de desarrollo sostenible, ha sido rebautizado como Coherencia de Políticas para el Desarrollo Sostenible (CPDS), situándose como una apuesta para el abordaje de las cuestiones sistémicas y nucleares de la nueva Agenda (Martínez Osés & Gil Payno, 2017).
Tanto desde la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE, 2019) como desde la Comisión Europea (Comisión Europea, 2019) se insta a prestar atención a aquellos elementos habilitantes que son esenciales para elaborar y aplicar sistemáticamente políticas coherentes en todas las áreas, haciéndose una referencia explícita a los procesos, sistemas, estructuras e instrumentos utilizados por los gobiernos para gestionar y coordinar las políticas a todos los niveles.
Se hace un llamamiento a los gobiernos a dotarse de un marco estratégico para la ejecución de la Agenda 2030 sustentada en un compromiso y liderazgo político claro para mejorar la CPDS, así como de sistemas institucionales y de gobernanza eficaces e incluyentes para abordar las interacciones transversales de las políticas y alinear las acciones de los distintos niveles de gobierno.
En este sentido, es primordial la responsabilidad y el compromiso político en las distintas legislaturas que procederán en el período de la ejecución de la Agenda 2030.
La inclusión explícita, a través del ODS 17, de la CPDS nos interpela a su plena incorporación como principio que guíe todas las actuaciones de los gobiernos municipales, insulares y autonómicos a lo largo de todo el ciclo de las políticas, de forma que todos los instrumentos de planificación e iniciativas legislativas y normativas puestas en marcha contribuyan al cumplimiento de los ODS.
Este principio requiere también de una adecuada coordinación interdepartamental, así como la activación de mecanismos efectivos de coordinación vertical entre los múltiples actores públicos, para lo que la concertación social se considera un pilar fundamental.
La CPDS supone entonces la obligatoriedad de que cualquier acción, proyecto, medida o iniciativa que se pretenda llevar a cabo desde los departamentos y organismos públicos asociados del Gobierno de Canarias, Cabildos insulares y Ayuntamientos se alineen con los objetivos y metas contempladas en la ACDS 2030, y que deban acompañarse de una memoria de impacto en cada una de las tres dimensiones críticas de la sostenibilidad, sobre los distintos ODS de la Agenda 2030 y las metas canarias. Esta memoria debe procurar la identificación de efectos no deseados que pudieran erosionar el necesario equilibrio entre las tres dimensiones de la sostenibilidad (ambiental, social y económica), al objeto de evitarlos, o, en su caso, abordarlos adecuadamente y mitigarlos.
El alineamiento estratégico y la elaboración de memorias de impacto son, en definitiva, precursores esenciales del desarrollo sostenible, y facilitan la interiorización del principio de la CPDS. Es fundamental para el propósito de la ACDS 2030 que las planificaciones estratégicas de las organizaciones y sus distintos instrumentos e iniciativas estén imbuidas de los ODS y las metas canarias.
Dado el volumen de la contratación pública en Canarias, la inclusión de cláusulas sociales y ambientales en la compra pública se convierte en una herramienta facilitadora del desarrollo sostenible, en un instrumento innovador para el logro de los ODS. Su carácter instrumental hace de la contratación pública un verdadero catalizador del cambio, que permite alinear los incentivos del resto de agentes y partes interesadas con el desarrollo sostenible en su triple dimensión: ambiental, social y económica.
Su importancia como facilitador del desarrollo sostenible llevó a la ONU a incluir la compra pública sostenible en la Agenda 2030, en concreto en el ODS 12 (meta global 12.7), que nos insta a promover prácticas de adquisición pública que sean sostenibles, de conformidad con las políticas y prioridades nacionales (regionales).
El impulso de la Compra Pública Sostenible responde también al principio de CPDS, al facilitar el alineamiento de los incentivos del sector privado con los ODS. Genera, además, las bases de un nuevo marco competitivo sostenible, a la vez que refuerza la colaboración público- privada como medio para multiplicar sinergias para el bien común.
Por tanto, desde las Administraciones públicas canarias se adoptarán las decisiones estratégicas y políticas vinculadas al cumplimiento de la Ley de Contratos del Sector Público en materia de criterios sociales y ambientales y de reserva de contratos para centros especiales de empresas de iniciativa social y empresas de inserción, proponiendo mecanismos de control y apoyo desde la Administración Regional.
Asimismo, se favorecerá la puesta en marcha en todos los niveles de las administraciones canarias de instrumentos que fomenten las buenas prácticas y la compra responsable pública incluyendo guías, manuales, planes de formación, etc.
De igual forma, se fomentará en el marco de la normativa de la ley de contratos la compra de productos de cercanía y de calidad avalados por el sello RUP, regulado por el Decreto 45/1999, de 18 de marzo.
El cumplimiento de los retos región y metas canarias requerirá de una dotación de recursos que lo haga posible, y de la modulación de los incentivos de cara a orientarlos hacia el logro de los ODS y la sostenibilidad. De esta manera, la financiación y la fiscalidad se erigen como elementos clave y transversales a las distintas dimensiones de la ACDS 2030. Los diferentes instrumentos de financiación y fiscales deben estar al servicio de ésta, de tal forma que la promoción del desarrollo sostenible sea el condicionante de las distintas líneas de financiación y de los instrumentos fiscales sobre los que tenemos competencias.
La fiscalidad y la financiación pública tienen la oportunidad de ser impulsores de la sostenibilidad, pero también de beneficiarse de las bondades que supone el cumplimiento de la Agenda en la búsqueda de una administración eficiente, transparente y justa.
La financiación pública puede y debe tener el compromiso de propiciar efectos de atracción en el capital privado de manera que se eleve la disponibilidad de capital en proyectos sostenibles. Se debe impulsar el desarrollo de una taxonomía financiera que permita conocer qué actividades se consideran sostenibles con el objeto de promocionar nuevos productos financieros innovadores (bonos verdes, azules, fondos ESG…), redirigiendo el capital privado al cumplimiento de la ACDS 2030 y haciendo de ésta un marco de guía para inversores. Así, por ejemplo, el cambio de modelo energético y la apuesta por uno renovable, verde y limpio necesita de la captación e inversión de inconmensurables flujos financieros.
El cumplimiento de los ODS y de los mandatos recogidos tanto en el Acuerdo del Clima de París como en el Pacto Verde Europeo requiere de la creación de un marco financiero atractivo desde la Administraciones públicas que permita la canalización de la inversión privada en proyectos energéticos verdes, innovadores, de alto valor añado, eficientes y productivos.
Una alternativa de financiación pasa por explorar la emisión de bonos verdes soberanos desde los distintos niveles de las Administraciones públicas canarias en el mercado para financiar la construcción y explotación de infraestructuras generadoras de energías limpias. Igual que los mercados financieros apuestan por la inclusividad y las empresas están sometiéndose a procesos de cambio con el fin de acceder a financiación sostenible (por medio de la diversificación de sus carteras de inversión en instrumentos financieros verdes), las Administraciones públicas deben hacer lo propio, favoreciendo la competencia leal entre tecnologías para alcanzar lo antes posible los objetivos climáticos al menor coste para la sociedad, ofreciendo al sector privado alternativas de inversión en proyectos energéticos verdes por medio de la emisión de bonos verdes en los mercados financieros. En cualquier caso, los procesos de emisión deberán atender a los requisitos establecidos en el estándar de bonos verdes de la UE.
De igual forma, en las bases reguladoras de convocatorias de subvenciones a proyectos de inversión y de acceso a líneas de financiación para empresas y emprendedores se deben incluir estándares alineados con la sostenibilidad, que persigan mejorar la competitividad de las empresas canarias, así como orientarlas hacia un desarrollo sostenible. En este camino, es imprescindible apoyar a las empresas de menor tamaño.
Las políticas fiscales también son fundamentales para cumplir los ODS, ya que determinan el entorno económico en el que se producen la inversión, el empleo y la innovación, al tiempo que ofrecen a los gobiernos los ingresos necesarios para financiar sus políticas de gasto e inversión.
“Varias de las metas de los ODS relacionadas con la protección del clima se beneficiarían de la creación de un marco coherente y de un plan de aplicación en el ámbito de la fiscalidad para la utilización de los recursos naturales. Las políticas fiscales medioambientales podrían utilizarse para combatir el cambio climático (ODS 13) y proteger los ecosistemas oceánicos y terrestres (ODS 14 y 15). Al afectar a las estructuras de tarificación de los insumos, la política fiscal puede utilizarse para fomentar una energía asequible y no contaminante (ODS 7) y estimular un uso responsable de los recursos naturales comunes (ODS 12)” (Comité Económico y Social Europeo, 2020).
La digitalización emerge como un gran aliado de la fiscalidad verde. La eficacia y la eficiencia en la toma de datos sobre flujos nos permitirán, por ejemplo, identificar la trazabilidad de los residuos, vertidos y emisiones, a los que deberá acompañar la correspondiente fiscalidad verde. En una administración integrada de dato único, podremos conferir las responsabilidades y cargas, reasignando recursos a la recuperación de nuestros ecosistemas y recursos naturales. El sistema de registro de emisiones y absorción de carbono, por ejemplo, nos pondrá en disposición de generar una economía del carbono a nivel regional, que nos permita amortiguar los costes de la descarbonización y la renaturalización de los espacios.
Pero la fiscalidad no sólo resulta crucial para la consecución de los ODS asociados a la sostenibilidad ambiental. También condiciona el ritmo de avance en las dimensiones social y económica. Resulta muy difícil avanzar, por ejemplo, en la reducción de las desigualdades distributivas sin la concurrencia de un sistema tributario progresivo y que provea de los ingresos suficientes. De igual forma, los incentivos fiscales resultan cruciales para orientar la inversión hacia proyectos productivos alineados con la sostenibilidad, que mejoren nuestro potencial competitivo y favorezcan la creación de puestos de trabajo.
La corrupción supone un obstáculo al desarrollo sostenible, lo que ha llevado a su consideración explícita en la Agenda 2030 de la ONU, en su ODS 16 (meta global 16.5, Reducir considerablemente la corrupción y el soborno en todas sus formas). Su coste va más allá de la desviación de recursos, entraña el debilitamiento de las instituciones puesto que socava la percepción de la ciudadanía en el gobierno y en la creación de unas instituciones eficientes y responsables.
Ante esto, resulta una obligación garantizar el libre y público acceso a la información, que será completa, cierta y actualizada, fomentar la participación de la ciudadanía en los asuntos públicos y convertir la rendición de cuentas de los gobiernos en una costumbre de salud democrática. La implementación de las TICs en la administración como elemento habilitador de un gobierno abierto reviste especial importancia, pues permite a la ciudadanía el acceso a información y la posiciona como auditor social y como agente en el diseño de políticas públicas. Tanto los principios de gobierno abierto como las herramientas metodológicas del gobierno del dato deben estar al servicio de la lucha contra la corrupción, el fraude fiscal y la economía sumergida.
La evasión y el fraude fiscal, además de suponer una vulneración de la CPDS, también ocasionan el deterioro institucional y la pérdida de importantes recursos. En palabras de Dalia Grybauskaitė, copresidenta de FACTI y ex-presidenta de Lituania, en la presentación del informe Integridad financiera para el desarrollo sostenible, “un sistema financiero corrupto y fallido es un sistema que roba a los pobres y priva al mundo entero de los recursos necesarios para erradicar la pobreza, recuperarse de la COVID y encontrar soluciones a la crisis climática” (FACTI, 2021).
De la misma manera, la lucha contra la economía sumergida debe ser primordial, ya que no solo supone un fraude a la hacienda pública sino también un lastre para la productividad y la eficiencia, y un generador de desigualdad estructural en la medida en que sitúa a personas trabajadoras en situaciones de desprotección social. La distorsión ocasionada por la economía sumergida dificulta el diseño de políticas, genera competencia desleal, supone la evasión de impuestos que debilita a las AA. PP., deteriora las condiciones laborales y afecta a las medidas de seguridad en el trabajo, genera falta de pagos a la seguridad social, con las consecuencias a largo plazo en futuras prestaciones, etc.
La lucha efectiva contra la corrupción, la evasión y el fraude fiscales, y la economía sumergida requiere, entre otras actuaciones, reforzar los recursos dedicados a la inspección, mejorar la coordinación entre las unidades responsables de dichas tareas, impulsar el uso de las nuevas tecnologías y la ciencia de datos (uso de datos masivos y de la Inteligencia Artificial) para funciones de prevención e inspección; y reforzar las campañas de comunicación y de concienciación (Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia Gobierno de España, 2021).
Hasta que la pandemia originada por el COVID-19 no sea superada, no será posible valorar en toda su profundidad sus efectos en la sociedad. Sin embargo, los primeros análisis y proyecciones alertan de la posibilidad de que se revierta el avance en la reducción de la pobreza y el hambre de las últimas décadas. A esto se le suma el retroceso del espacio democrático y de los derechos humanos que la aplicación de medidas vinculadas con el control de la extensión de la pandemia está generando en algunos países (Gobierno de España, 2021a), aunque no haya sido así en el caso de Canarias.
Ante esto, la acción exterior de Canarias debe contribuir, desde el liderazgo, a la construcción de un mundo pacífico, seguro, justo, inclusivo y sostenible, desde un multilateralismo activo y eficaz, que sitúe la Agenda 2030, los derechos humanos y el Acuerdo de París en el centro de los esfuerzos y proteja los bienes públicos globales.
A este respecto, la cooperación exterior deviene un ámbito de actuación fundamental para dar cumplimiento a esta línea de actuación prioritaria de la ACDS 2030, y refleja el compromiso de la ciudadanía canaria en la lucha contra la pobreza y la desigualdad en otras regiones y pueblos del mundo. En esta línea, el sistema de cooperación canario deberá contribuir a la consecución de los ODS en los países empobrecidos, reduciendo la pobreza y la desigualdad, mejorando las condiciones de vida de las personas, promoviendo la sostenibilidad ambiental y garantizando los derechos humanos.
El conjunto de agentes más directamente implicados en la cooperación exterior en Canarias debe procurar aglutinar y coordinar el amplio abanico de actuaciones de diferente naturaleza y articularlas desde diferentes ámbitos para mejorar su efectividad y alcance. En este sentido, se hace evidente la necesidad de incorporar una perspectiva interdisciplinar para abordar los retos globales a los que se enfrenta la cooperación canaria, debiéndose fomentar la participación de distintos tipos de agentes y la generación de alianzas entre los mismos. Entre estos agentes de cooperación podemos destacar: las Administraciones públicas canarias, las organizaciones no gubernamentales de desarrollo (ONGD), las asociaciones de inmigrantes, universidades y centros e institutos de investigación, empresas y organizaciones empresariales, las organizaciones sindicales, u otras entidades públicas y privadas nacionales o extranjeras que actúen en el ámbito de cooperación al desarrollo.
De manera tradicional, la cooperación de Canarias se ha centrado en áreas geográficas como África (en concreto Mauritania, Marruecos, Guinea Bissau, Senegal, Gambia y Cabo Verde) o Latinoamérica por su histórica relación con el territorio (en concreto Venezuela, Cuba y Uruguay) motivada por las migraciones desde nuestra comunidad a dichos países y la diáspora canaria que sigue residiendo en ellos. Por tanto, estas áreas seguirán siendo prioritarias para la cooperación canaria en la próxima década, debiendo aprovechar los agentes de cooperación de las islas la experiencia acumulada durante estos años para el desarrollo de futuros proyectos o colaboraciones en dichas zonas. En todo caso, el continente africano debido a su cercanía geográfica con el archipiélago y por diversos factores socioeconómicos supone una prioridad natural para las Islas Canarias.
Por este motivo, se deberán desarrollar medidas que favorezcan la implementación de actuaciones en África mediante un nuevo modelo de cooperación, que cambie la tradicional relación donante-receptor, adoptando nuevos instrumentos que permitan aprovechar las potencialidades de cada región y motivar un cambio estructural económico y social en ellas. No obstante, también se motivará el desarrollo de proyectos o acciones en otras regiones geográficas del mundo en donde se pueda generar un impacto positivo. Igualmente, se considera necesario potenciar la diversidad africana y sus potencialidades entre el conjunto de la sociedad canaria, así como emplear las diásporas canarias como catalizador de cambio en sus países de residencia.
Por otra parte, todos los agentes en general, y el Gobierno de Canarias en particular, deben situar la ACDS 2030 y los principios de la sostenibilidad y la resiliencia en el centro de la identidad de Canarias y de su proyección exterior, especialmente en el ámbito europeo. Mediante su participación en los foros en los que Canarias tiene un especial protagonismo, se pretende contribuir a dar a conocer la Agenda 2030, el proceso de localización que se ha realizado en Canarias, animando a otras regiones a recorrer este camino e intercambiar experiencias.
Dimensión CULTURA
Reto Región 9: Resaltar la relevancia del ecosistema cultural en la promoción del desarrollo sostenible
Política Aceleradora 9: Integración de la cultura como una dimensión clave del desarrollo humano y sostenible, procurando visibilizar y rentabilizar sus múltiples conexiones de complementariedad con las demás dimensiones del desarrollo
En la consecución del desarrollo sostenible se deben garantizar los derechos fundamentales de las personas, entre los que se incluyen los derechos culturales. Las instituciones deben garantizar la participación en la vida cultural para toda la población adaptándose a las diferentes realidades territoriales. La cultura contribuye a la construcción de una ciudadanía cultural, eje imprescindible para la convivencia y la cohesión social, y que se expresa como consenso para compartir formas de vida, valores y tradiciones.
Por ello se velará para disponer de espacios socioculturales y comunitarios, así como de mecanismos para garantizar el ejercicio de los derechos culturales, con una especial atención a los grupos sociales que requieren especial atención por su situación de vulnerabilidad o difícil acceso a la cultura.
La cultura se construye en la interacción entre el nivel individual al colectivo como un largo proceso humano a lo largo de la historia y de las generaciones. La consideración a las diferentes culturas en sus formas y valores es imprescindible para un desarrollo sostenible respetuoso y adaptado a la realidad de su contexto.
La falta de consideración de los elementos culturales de un entorno puede implicar el fracaso de las políticas que promuevan la consecución de un desarrollo sostenible. En este sentido, la configuración del ecosistema cultural actual ha de respetar las identidades culturales y las formas de vida heredadas, situándose en el presente y en el futuro con atención a sus valores y aportaciones.
Para alcanzar los ODS es necesario disponer de un marco de políticas públicas, entre ellas las políticas culturales, en los diferentes niveles de la Administración. Su coordinación y complementariedad es imprescindible para crear sinergias en la búsqueda de resultados y eficacia.
Requiere de estructuras adecuadas y adaptadas a los retos actuales y futuros para favorecer la contribución del ecosistema cultural al desarrollo sostenible.
En este contexto, serán necesario procesos de adecuación y adaptación a nuevos contextos con la generación de capacidades individuales, colectivas e institucionales para conseguir una amplia integración de las políticas culturales a los resultados de la Agenda 2030.
La organización social incide en la participación en la vida cultural en todas sus dimensiones, por lo que se requiere de una institucionalidad cultural alineada con la sostenibilidad.
La estructuración de dicha institucionalidad incluye a las Administraciones públicas -tanto regionales como locales-, el sector privado y la sociedad civil como agentes culturales, cuyas actuaciones se configuran como facilitadores de la vida cultural de las personas y comunidades.
En esta línea, se debe entender la amplitud del ecosistema cultural, considerando las especificidades de subsectores como el patrimonio cultural, las artes visuales y escénicas, industrias culturales y creativas, folklore, etc.
El progreso del ecosistema cultural crea condiciones e impactos necesarios para el desarrollo sostenible de un contexto. La expresividad humana, la creatividad y el talento cultural repercuten en la configuración de un ambiente o clima que favorece los procesos de innovación y cambio social, con incidencia en los sectores tanto sociales como económicos. La dinamización de la propia vida cultural de la sociedad, además de cumplir con sus funciones ciudadanas, contribuye significativamente a la mejora de la calidad de vida y de
la renta per cápita.
De este modo, el ecosistema cultural aporta insumos importantes y necesarios en la consecución de un mayor desarrollo social y económico, considerándose por lo tanto esencial empezar a valorar sus impactos en términos generales sobre estos ámbitos. La economía creativa puede incidir en las dinámicas de desarrollo con impactos contrastados.
En este aspecto, se ha avanzado en el desarrollo de herramientas con las que identificar los efectos del sistema cultural sobre el desarrollo global con más precisión, contando con indicadores con los que medir sus impactos directos, indirectos e inducidos en el desarrollo sostenible. No obstante, también se debe poner en valor, como se aprecia en el contexto contemporáneo, la importancia de los aportes intangibles de la cultura al desarrollo.
El desarrollo es local, pero a la vez es transnacional. El bienestar y la aspiración a una calidad de vida supera las fronteras y se nos presenta como un problema global que afecta a todos. De los primeros planteamientos del siglo XX sobre el desarrollo y la lucha contra el hambre y la pobreza, específicos de países en vías de desarrollo, hemos avanzado hacia el planteamiento de problemas globales compartidos como se expresa en la Agenda 2030.
La pandemia de la COVID-19, además, ha demostrado la necesidad de la cooperación internacional para luchar de forma efectiva contra ella. Su abordaje no se puede plantear sólo desde posiciones nacionales y requerirá de un alto nivel de cooperación internacional. Estos temas evidencian la necesidad de relacionar las estrategias de desarrollo local con las globales ya que no se pueden solucionar los problemas locales sin una sinergia y complementariedad con dinámicas más globales.
El sistema cultural actual, entre sus diferentes dinámicas, ha de respetar las identidades culturales y las formas de vida heredadas, situándose en el presente y en el futuro con atención a sus valores y aportaciones. Las creencias, espiritualidades, tradiciones y testimonios configuran la memoria histórica como una fuerza para asumir los retos actuales y la construcción de futuros para las nuevas generaciones.
Canarias es una región archipielágica y atlántica, que por su posición geográfica e historia mantiene estrechas relaciones con el continente africano y los países latinoamericanos. Esto le ha valido el reconocimiento de una identidad específica dentro de la Unión Europea, como Región Ultraperiférica, y le confiere, además, una situación privilegiada para desarrollar proyectos de cooperación y de alianza internacional.
No existe un patrón o modelo único para el desarrollo sostenible. Su complejidad implica encontrar una
estrategia de desarrollo sostenible adecuada a cada realidad; contextualizar para entender los problemas y realidades, así como para buscar soluciones y propuestas ad hoc. En este sentido, el territorio se convierte en un factor transversal para la toma de decisiones en las políticas culturales locales y regionales.
Las características físicas y geográficas de Canarias, su carácter insular (insularity) se constituye en un elemento modulador e idiosincrático que es necesario situar como un elemento transversal en la ACDS 2030.
Pero la insularidad excede a lo meramente geográfico. El hecho insular es también un fenómeno social, una identidad distintiva construida sobre una naturaleza geográfica diferenciada. Esta otra conceptualización más amplia de la insularidad (islandness), al recoger también las narrativas que tienen las propias sociedades insulares sobre el hecho insular, se podría definir como la suma de representaciones y experiencias de
los isleños (Taglioni, 2011).
La insularidad entendida en esta doble dimensión, geográfica y social- identitaria, actúa como conector con otras realidades “cercanas”: bien por su proximidad física (al continente africano), por lazos culturales históricos (países latinoamericanos) o por similitud de los atributos geográficos e identitarios (regiones insulares y archipielágicas, por ejemplo, del entorno RUP y macaronésico). Estos puentes pueden y deben conducir al establecimiento de alianzas estratégicas internacionales en pro del desarrollo sostenible.
Las industrias culturales y creativas han evolucionado en las últimas décadas impulsadas por la sociedad de la información y los cambios tecnológicos.
Hoy en día está considerado un sector en crecimiento y con un alto potencial de desarrollo sostenible
a nivel local y global.
La creatividad es fuente de innovación y entretenimiento con impactos tangibles e intangibles en la vida social y en la economía. Contribuyen a mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía con efectos positivos sobre el empleo y la retención de talento.
La economía creativa tiene un gran impacto en los jóvenes y en las nuevas generaciones con capacidad de incidir en la mejora de las condiciones de vida de las mujeres y de colectivos diferentes.
Poner en valor a la economía creativa como mecanismo de resiliencia ante circunstancias tan adversas como lo vivido tras la pandemia de la COVID-19, a favor de nuestro bienestar, destaca la importancia de las actividades económicas basadas en el conocimiento en materia de cultura.