Hace un par de semanas compartía en Twitter una reflexión tras una conversación con un compañero excelente, un docente de esos que merece la pena conocer y que realiza una labor encomiable en su centro. No escatima esfuerzos: dedica gran cantidad de su tiempo libre, trabaja con su claustro, saca tiempo de donde no lo tiene para promover proyectos educativos en los que cree… y todo ello, a pesar de contar con muy pocos recursos, y siempre con esa alegría honesta que caracteriza a la gente de Cádiz, y que rápidamente me enamoró de esa tierra. Lo que me impactó de esa conversación es que creo que ha sido la primera vez que he visto a mi amigo angustiado. Me decía:
Es imposible, es inadmisible. La falta de tiempo, Manolo… no tenemos tiempo para nada. Así no se pueden hacer las cosas. Cada vez estamos peor.