Pacientes que no requieren atención hospitalaria permanecen en los centros sanitarios a la espera de una plaza en una residencia o ayuda a domicilio cuando la familia no puede o no quiere asumir su cuidado.
Un día en la vida de Félix es más o menos así: se levanta a las siete y media de la mañana para ser «de los primeros en ducharse». Luego desayuna lo de siempre, un café con leche, un trozo de pan con una loncha de pavo y a veces también un yogur. Después coge la silla de ruedas, sale al pasillo y se encuentra con las enfermeras, con los celadores; coge el ascensor y baja, sube, vuelve a bajar. Si hace sol, sale a la calle «a donde están aparcados los coches». De vez en cuando se encuentra también con algún amigo como El Gallego, que al igual que Félix, tiene las dos piernas amputadas y en su silla de ruedas «corre más que un coche». Ambos se conocen porque llevan más de un año viviendo en el hospital, aunque están dados de alta.